entrevista a anna monjo, directora de icaria editorial / "nos gusta buscar dónde está la punta del debate en cada momento"
Icaria es una editorial que se ha centrado no sólo en la publicación de libros que abordan temas que son objeto de debate, sino también en la búsqueda de espacios destinados a la confrontación de opiniones. En la medida en que sus actividades van mucho más allá de la simple publicación y distribución de libros, Icaria es mucho más que una editorial. Es, además, un actor que busca hacer una contribución al debate en torno a temas como movimientos sociales, ecología, paz y conflictos, economía crítica, política internacional, relaciones Norte-Sur y feminismo. Para conseguirlo, su estrategia ha consistido en establecer fuertes vínculos y una dinámica de trabajo en red con quienes están trabajando en estos temas desde el punto de vista tanto de la investigación como de los movimientos sociales.
Martín Gómez: ¿Cuándo y por iniciativa de quién surge la idea de crear la editorial Icaria?
Anna Monjo: La iniciativa fue de un grupo de amigos. Sucedió en 1975 y por casualidad este grupo convocó a una reunión el mismo día que murió Franco, en el mes de noviembre. María Rodríguez era quien iba a dirigir la editorial y también estaba Rafael Argullol. Era gente que provenía del PSUC —el Partit Socialista Unificat de Catalunya—. Estaban entonces María Rodríguez, Rafael Argullol, Xavi Berenguer y algunos otros más para hacer libros críticos marxistas pero también heterodoxos —porque había también cosas de anarquismo— sobre aquel momento.
M.G.: ¿Cuáles son las motivaciones que condujeron a la creación de la editorial?
A.M.: En aquella época se quería dar respuesta a inquietudes sobre las que hasta entonces difícilmente habrían podido publicarse cosas durante la dictadura, aunque poco a poco se había venido dando una apertura. En ese momento la editorial pretendía publicar textos de filosofía marxista, de feminismo y heterodoxos. Y también literatura clásica que no se hubiera publicado.
M.G.: ¿En el catálogo de Icaria hay de manera implícita una posición de la editorial frente a temas como movimientos sociales, ecología, paz y conflictos, economía crítica, política internacional, relaciones Norte-Sur y feminismo?
A.M.: Sí, exacto. Cuando yo entré, en 1988, María se había ido a México a montar un consorcio de exportación de editores españoles. En ese momento había poco interés por el ensayo porque en la transición parecía que con la democracia ya estaba todo conseguido. Entonces a la gente le interesaba más la literatura. Y en aquel momento fue muy duro porque la editorial tenía un aspecto bastante clásico y diría yo que, incluso, anticuado. Poco a poco empezamos a abrirnos a temas de literatura clásica, recuperando a mujeres de los años treinta en París. Pero también empezamos a abrirnos hacia temas como conflictos internacionales, paz y conflicto, ecología y mujeres. Aparte de eso empezamos a hacer colaboraciones con organizaciones que hacían investigación sobre estos temas. Entonces montamos la revista Ecología política, publicamos cosas del Centro de Investigaciones de
M.G.: ¿Aparte de editar libros Icaria desempeña algún papel en la reflexión y el debate en torno a los temas que aborda su catálogo?
A.M.: Nos gusta buscar dónde está la punta del debate en cada momento. Por ejemplo, el principio de precaución en ecología, la nanotecnología o el tema de la participación democrática y la renovación de la política. Son temas que nos interesan permanentemente. Tratamos de buscar estos temas que todavía no son para nada mediáticos pero que están en el debate gracias a la gente que está reflexionando en torno a ellos. Hacemos muchos debates. Cuando publicamos libros nunca hacemos presentaciones sino que intentamos hacer debates en los que participa gente que está en estos temas. La idea es generar un espacio en el que se despierte un interés más allá de los libros y en el que haya confrontación de opiniones. Estos debates normalmente los hacemos en Barcelona y Madrid. En ocasiones los hacemos en otros lugares. Por ejemplo, hemos presentado en Granada y en Córdoba El mundo visto por los árabes, que es un anuario de prensa árabe sobre los temas que preocupan actualmente —desde la jihad hasta Irak— y que busca mostrar la heterogeneidad del mundo árabe. Con las fuerzas, que son pocas, intentamos crear complicidades a través de los autores.
M.G.: ¿Cómo definiría usted la posición que ocupa a Icaria con respecto a otras editoriales cuyo catálogo aborda temas similares o afines?
A.M.: En 1990, antes de que se empezara a hablar de globalización, publicamos algo sobre mundialización. Pero luego, a partir del Informe Lugano y del No Logo, esto se convirtió en un tema de medios de comunicación cuando empezó a imponerse. Normalmente llegan muchas editoriales a publicar pero diría yo que lo hacen desde un punto de vista más crematístico en el sentido de que buscan un tema que esté presente en los medios y empiezan a publicar gente que ha venido de fuera del país pero publican muy sobre seguro. Nosotros, en cambio, vamos más tanto a publicar algo de lo que se produce en España —aunque no sea tan vendible— como a buscar cosas de afuera. Pero no tanto buscando el interés de que la cosa ya esté muy instaurada y de que tenga un público muy específico, sino intentando buscar dónde están los debates que a lo mejor cuesta más introducir porque todavía son minoritarios. El tema es que, claro, luego cuando éstos ya se introducen, Crítica o Paidós toman los autores más prestigiosos y más reconocidos porque tienen mucha más capacidad económica que nosotros. Pero en ocasiones esto nos ha ayudado a hacer una relación de mucha complicidad con la gente que investiga o que está en los movimientos, lo cual también tiene un interés. Nosotros estamos muy vinculados con la gente y tenemos relaciones muy horizontales. Nos beneficiamos todos mutuamente porque estamos muy vinculados con movimientos que promueven campañas que están en curso con respecto a temas como deuda ecológica o consumo responsable. Entonces cuando publicamos ellos también hacen difusión de los libros y los venden a través de sus medios, que no es lo mismo que hacen las editoriales clásicas que entran al mercado y que sólo buscan autores prestigiosos que puedan venir a presentarlos para que tengan gran difusión en los medios. Yo diría que lo nuestro es más de calle. Estamos más en la calle.
M.G.: ¿Cómo se definió el perfil de las distintas colecciones y líneas editoriales de Icaria?
A.M.: Hay una colección de ensayo universitario de ciencias sociales que existe desde el principio, cuyo nombre es ‘Antrazyt’. Ésta sigue siendo una colección más de reflexión tanto académica como no académica. Luego hay una colección divulgativa que se llama ‘Más madera’, conformada por textos de 100, 120 0 136 páginas que intentan abordar estos temas con mucho rigor pero sin ser tan críticos ni tan académicos —por ejemplo, no hay notas al pie, son más como una conferencia o un debate y tienen un tono más narrativo y directo—. ‘Más madera’ es para que la gente a la que le interesa abordar estos temas pueda tener elementos para establecer su propio criterio. Su punto de vista es bastante crítico. Luego hay otra colección que trata los temas de cambio personal y colectivo —es decir, cómo tendría que vincularse una cosa con la otra—. Aborda aspectos como el cambio personal en la vida cotidiana a nivel del consumo, de la alimentación, de las relaciones, de las resolución de conflictos, etcétera. La idea es que la adopción de nuevas maneras de actuar tenga una implicación en el campo colectivo porque pensamos que si no es así todo está desvinculado. Hay gente que quiere estar equilibrada y tranquila pero que no se implica en movimientos más colectivos de cambios sociales. Algunas veces la gente que está en política también tiene unos problemas personales de ego que hacen que no haya unos cambios personales precisos para que este cambio colectivo se dé. Entonces en cierta medida eso es una trampa porque no hay un cambio realmente personal que te lleve a querer trabajar en red horizontalmente o a intentar que lo que prevalezca sea el cambio y no tu postura.
Tenemos también una colección de literatura hecha en alianza con Intermón, que intenta abordar desde la literatura los temas de los procesos de cambio histórico, político y social. Esta colección es para que la gente a la que no le interesa tanto leer ensayo entienda también cómo los procesos de cambio repercuten en la vida cotidiana de la gente y cómo éstos se reflejan a través del día a día. Hemos publicado un libro que pasa en Argentina durante la época de la dictadura y otro sobre Irán que abarca desde el Sha hasta la etapa de Jomeini —de hecho, al principio publicamos un libro increíble de Jomeini—. Pronto publicaremos un libro de un autor sudanés, a otro egipcio y a una corresponsal de guerra que ha estado siempre en Afganistán, en
M.G.: ¿Bajo cuáles criterios editoriales se eligen los libros que publica Icaria?
A.M.: En realidad el criterio es que tengan el registro de estos temas y que aporten cosas nuevas. Esto es muy importante porque se están haciendo muchas cosas. Por ejemplo, en el tema de inmigración hay mucha cosa publicada y, por lo tanto, buscamos libros que aporten una perspectiva diferente y nueva que puede abarcar desde las remesas hasta la prostitución de la mujer inmigrante. No sé, la idea es ir viendo aspectos que no se han tocado hasta ahora. Es importante la calidad del texto. En cada tema tenemos gente que puede asesorarnos y a la que consultamos. En ‘Más madera’ nosotros mismos proponemos y encargamos algunos libros. Hemos publicado uno llamado Venezuela contracorriente, que ha sido hecho por varios autores. Juan Torres lo ha coordinado en Málaga pero nosotros lo encargamos. O sea que depende. Algunas veces traducimos. Es una búsqueda un poco espontánea. Algunas cosas van llegando, otras las buscas y otras las encargas. Es muy relativo.
M.G.: ¿Cuáles son los rasgos de los lectores de los libros de Icaria?
A.M.: El perfil es bastante más variado de lo que parece. Diría que hay más hombres que mujeres. Bueno, quizás en el feminismo no pero en los otros temas… Las encuestas dicen que en general la mujer lee más literatura. Por las fichas que algunas veces envía la gente cuando compra libros sabemos que el perfil profesional es muy variado y que la edad no es muy alta —no son de veinte ni tampoco hay mucha gente mayor de sesenta. Nuestros lectores están entre treinta y sesenta—. Aparte de las personas que conocemos —que definitivamente están implicadas en movimientos sociales por la paz o de carácter ecológico y que sabemos que compran Icaria—, por las fichas que nos llegan sabemos que hay más hombres que mujeres. No sé si esto esté cambiando.
M.G.: ¿En qué consiste la estrategia tanto editorial como comercial de Icaria para alcanzar a sus lectores y mantenerse en contacto con ellos?
A.M.: Tenemos un blog desde hace dos meses. Más que hablar de libros, quisiéramos que allí se unieran agendas para interrelacionar campañas y actos poniendo información sobre temas variados que tienen que ver con nuestros libros. Queremos que el espacio que hay alrededor de Icaria esté en este blog y que la gente encuentre en él mucho más que libros —si, por ejemplo, hay un libro que ha salido y luego publican una entrevista en El País, la ponemos—. También queremos registrar allí las actividades que se van a hacer o las campañas que están en curso en distintos lugares para poder dar toda una visión de lo que hay alrededor de la editorial y de las cosas con las que estamos conectados. Esto se refiere no sólo a libros sino también a maneras de ver la vida.
M.G.: ¿Cuál sería su balance de la experiencia de la editorial hasta ahora?
A.M.: Bueno, que ya tenemos un espacio muy asignado porque la publicación de todos estos temas coincide con un cambio a partir de 1999 gracias al cual el ensayo empieza a interesar otra vez. Como ya habíamos hecho mucho trabajo en estos temas y nadie los tocaba, entonces, claro, como editorial eso nos afianza mucho en un momento. Yo creo que hay un reflujo. Hay mucha información porque muchos temas que antes sólo aparecían a través de los libros ahora están siendo tratados en los medios de comunicación, que hablan de inmigración, de cambio climático, de globalización, de Irak y de conflictos internacionales. Se habla. No digo que se hable a fondo. Digo que hay información y que la gente considera que está informada. Algunas veces en los periódicos hay buenos gráficos y esto ha hecho que ahora la forma social de comunicación sea muy rápida e inmediata. Y también está el tema de informarse a través de las nuevas tecnologías como Internet y tal, que creo que es algo que ha ido en detrimento de la búsqueda de profundidad. Es una idea que tengo y que últimamente me viene mucho a la cabeza.
M.G.: ¿Podría adelantarnos algo con respecto a los libros que está preparando en este momento Icaria?
A.M.: Ha salido uno que se llama El militarismo en España, que aborda desde el proceso de la tendencia militarista hasta las actividades militares de “ayuda humanitaria” y la inclusión de éstas en conflictos internacionales. Después sale un libro muy interesante que se llama África en auxilio de Occidente acerca de todo lo que aporta África para superar los retos que actualmente tiene el planeta y que están planteados a nivel ecológico, de relaciones, de calidad de vida y de decrecimiento. La autora es una periodista de Le Monde Diplomatique llamada Anne-Cécile Robert, que plantea el tema de las relaciones, de la calidad, del tiempo y del trabajo como una función social más que económica. Es decir, cómo todo esto puede aportar ideas nuevas para plantear una sociedad más agradable de vivir y menos angustiada y agobiada que la nuestra.
Ahora estamos muy implicados en el tema del decrecimiento, de todo lo que suponen los límites ambientales y las desigualdades sociales planetarias —causadas por el capitalismo y por el neoliberalismo—. Una manera de superar esto es pensar cómo se ha de decrecer para igualar en el fondo en lugar de seguir hablando de crecimiento o de desarrollo. Esto lo hacemos con Serge Latouche, que es un pensador francés que ha escrito Sobrevivir al desarrollo y de quien ahora publicaremos justamente un libro llamado El reto del decrecimiento. También saldrá un libro de Susan George, que habla del fundamentalismo americano.
M.G.: ¿Podría mencionarnos algunos autores y/o libros que le gustaría incluir en el catálogo de Icaria?
A.M.: Me gustaría volver a publicar La muerte de Ivan Illich. También me gustaría haber publicado La sociedad líquida, de Zygmunt Bauman. Hace unos años me habría encantado publicar Las cruzadas vistas por los árabes y una novela llamada Las chicas de Riad, que habla acerca de la manera como en Arabia Saudita las mujeres se comunican y montan sus estrategias a través de Internet. No pudimos publicarlo porque lo descubrimos en árabe y ya sabes lo que pasa, que levantas la tela y lo das a conocer a la gente… Me gusta mucho lo que publica Crítica, ¿sabes?