jueves, 15 de noviembre de 2007

entrevista a julián viñuales, de global rhythm press / “buscamos aficionados a la música contemporánea que compartan otras inquietudes artísticas"

Julián Viñuales se define como un editor accidental que seguramente jamás habría elegido esta profesión si no hubiera tenido una gran pasión por la música y por los libros. Viñuales quisiera pensar que hay un montón de gente que comparte sus mismas aficiones e inquietudes, por lo cual el catálogo de Global Rhythm Press responde básicamente a sus gustos musicales de siempre. Gracias al éxito de los libros de pop la editorial ha podido seguir apostando por la publicación de obras relacionadas con músicos de jazz, que es lo que más le interesa.


La reciente apertura de algunas nuevas colecciones como “Palabra de mujer” o “Maledicta” le ha permitido a Global Rhythm Press desarrollar líneas de trabajo no previstas inicialmente y diversificar aún más un catálogo que desde un principio ha sido bastante ecléctico.


Martín Gómez: ¿Cuándo y por iniciativa de quién surge la idea de crear Global Rhythm Press?


Julián Viñuales: Se trata fundamentalmente de una iniciativa personal. A pesar de que soy arqueólogo de formación, por circunstancias personales tuve que regresar a España después de haber trabajado durante algunos años al frente de unas excavaciones en Cahal Pech —en el valle del río Belice—. La verdad es que a mí regreso no disponía de muchas posibilidades para subsistir y me vi obligado a trabajar para mi padre en una editorial familiar. Allí aprendí el oficio. Estuve trabajando tres años en Folio, que en aquel momento era una editorial de libros ilustrados y de coleccionables. Como en toda empresa familiar, allí tuve el privilegio de poder moverme en todas sus áreas funcionales y de aprender un poco sobre cada una de ellas. Empecé traduciendo y llevando producción editorial para pasar al poco tiempo a dedicarme también a la producción industrial e incluso a ayudar en administración y contabilidad.


Gracias a esa pincelada general sobre la gestión de aprender a dirigir la editorial a continuación tuve la suerte de entrar en Time Warner Publishing, donde pasé cinco años que me sirvieron para acabar de pulir toda esta fase de aprendizaje. Y ahí fue donde tuve la oportunidad de desarrollar ese modelo de negocio que curiosamente no se me había permitido desarrollar en la propia empresa familiar y que consistía en la edición en coleccionables —es decir, en fascículos con CDs— de antologías de antiguos sellos de jazz y de obras completas de algunos músicos étnicos y de jazz. Este modelo era la antítesis de lo que se había hecho siempre en el canal masivo —es decir, en la edición de quiosco— porque lo que hacíamos era dirigirnos a un público de un cierto nivel, con una cierta afición a la música y con conocimientos intermedios que sabíamos que acudía diariamente al quiosco a comprar tabaco o prensa diaria y al que estábamos convencidos de que podíamos llegar ofreciéndole un producto de muy buena calidad a un precio accesible. Esa era la hipótesis de trabajo.


Luego me di cuenta de que yo estaba no solamente creando y desarrollando los conceptos que más adelante se convertían en colecciones, sino también teniendo relaciones con las discográficas, las distribuidoras y demás. Y vamos, de repente se me antojó replicar eso por mi cuenta porque me pareció relativamente fácil a pesar de que no disponía de recursos financieros.


La verdad es que esta experiencia con Time Warner Publishing fue tan positiva en España, América Latina, Italia y Portugal, que me llevó a decidirme a lanzar el proyecto por mi cuenta. Y así nace Global Rhythm Press en 2001. Hasta 2003 me vi obligado a apoyarme en grandes grupos —es decir, a desarrollar mis ideas y a adquirir los derechos de los contenidos para armar un coleccionable—que servían como socios financieros y aliados estratégicos. Y así es como arranco con esa primera antología del canto en el jazz, con la obra completa de Paco de Lucía y con una selección de los conciertos más importantes de la historia del jazz.


El fascículo lo dejamos definitivamente, entre otras cosas, porque junto a la desaparición del soporte se dio otro fenómeno con el que no contábamos: la competencia de los propios diarios, que se han convertido en el canal ideal para ese tipo de promociones. Lo que sí que hacemos de vez en cuando es desarrollar proyectos de música para algunos de estos diarios, como la colección de Bob Dylan que estamos haciendo actualmente para El Periódico de Catalunya.


M.G.: ¿Podría contarnos cómo ha sido la evolución del enfoque de Global Rhythm Press, que ‘inicia su andadura en la edición discográfica con la reedición de obras de jazz y música étnica’ alternando ‘la edición de contenidos fonográficos y audiovisuales con la edición de sus primeras publicaciones’?


J.V.: En realidad el núcleo fundacional de la editorial está conformado por un socio que proviene de la industria discográfica y por mí. Ese socio es Mario Pacheco, copropietario y fundador de Nuevos Medios —que es uno de los sellos independientes más importantes y tradicionales de España—. Y por otra parte está también Jordi Lluís, un antiguo compañero y conocido del mundo de la edición que desde un principio aportó su conocimiento y que mediante el Grupo Océano —que pertenece a su familia— hizo posible que a través de éste consiguiéramos una muy buena distribución en toda América Latina.


Ahí lo que sucedió fue que vimos que el CD estaba en vía de extinción, que estaba muriéndose como soporte. Y tuvimos que replantearnos el modelo de negocio y dar un paso atrás en el sentido en que nos aferramos al libro, que es una tecnología que sigue sobreviviendo a pesar de la locura producida por todos estos cambios incesantes. Eso se da a principios de 2005, que es cuando arranca la rama de edición de libros de Global Rhythm Press.


M.G.: ¿Qué distingue la edición discográfica de la ensayística y cómo consigue conjugarlas una editorial pequeña como Global Rhythm Press?


J.V.: Lo que nos sucedió desde el principio nos pareció muy interesante porque nos permitió contextualizar en el campo de la producción artística y en su época las obras de muchos de los grandes músicos de quienes estábamos publicando memorias o biografías. A los pocos meses de empezar el proyecto surge la propuesta de desarrollar en paralelo una colección de ensayo muy ecléctica en la que hemos publicado textos sobre gastronomía, ensayo literario, investigación y ensayo político.


La colección responde, dicho sea con toda la modestia, a mis propios gustos personales. Me hacía mucha ilusión poder hacer esto. Y las publicaciones musicales son las que nos han permitido de alguna manera ir financiando nuestra propia introducción de un modo pausado y gradual en la edición de ensayo y, más recientemente, de narrativa.


M.G.: ¿Cómo se definió el perfil de las distintas colecciones de la editorial Global Rhythm Press?


J.V.: Lo cierto es que las colecciones no responden a ningún planteamiento preconcebido ni mucho menos. Es una cosa que efectivamente ha ido definiéndose sobre la marcha. Arrancamos con “BioRitmos" y “PoliRitmos”, dos colecciones dedicadas respectivamente a la biografía y al ensayo. “Palabra de mujer” surge a raíz de una propuesta que me hizo Olivia de Miguel, que es la directora de la colección y una excelente traductora. En el campo tanto de la narrativa como del ensayo Olivia pretendía dar a conocer obras de mujeres que no habían sido traducidas al castellano y paralelamente nos proponía también la posibilidad bien sea de reeditar algunos clásicos o bien de hacer nuevas traducciones de clásicos que llevan mucho tiempo sin publicarse. La verdad es que ésta es una aportación que se produce desde fuera a pesar de que Olivia ya era una colaboradora que había traducido para la editorial algunos textos de Edward Said con los que inauguramos nuestra colección de ensayo. Es una antigua profesora mía de la escuela por quien siento gran respeto y admiración que opera como una especie de célula autónoma llevando la dirección editorial de la colección.


Recientemente han ido apareciendo otras colecciones. Entre ellas una de corte más literario y otra de psicología. La música sigue siendo la columna vertebral de la editorial y en torno a ella ya tenemos cinco colecciones en marcha. Además de “Memorias” y “BioRitmos “está “Vinilos”, una colección sobre grabaciones míticas que abrimos con el libro sobre Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band aprovechando que estamos en pleno cuadragésimo aniversario de su aparición y con el Exodus de Bob Marley, de cuyo lanzamiento se celebra el trigésimo aniversario.




También hay una colección dirigida al aficionado a los clásicos contemporáneos, que es una vertiente que nos parecía muy interesante añadir y que no habíamos cubierto ni con “Memorias” ni con “BioRitmos”. Otra es “Fonografías”, que es una colección de historia que viene a ser bastante extraña porque en ocasiones está compuesta por libros ilustrados de gran formato pero que en su momento arrancó con la historia del sello Impulse y que seguirá con la de Columbia y con la de Blue Note. Se trata básicamente de recoger la historia de algunos de los sellos discográficos más importantes de la historia del jazz, lo cual curiosamente nos permite retomar en otro soporte el planteamiento inicial que nos habíamos propuesto mediante los coleccionables. Claramente la propia iniciativa nos ha llevado a interesarnos en otros temas, teniendo muy presente que muchos de esos audiófilos, melómanos y aficionados a la música a los que nos dirigimos podrían estar igualmente interesados en algunas de las otras cosas que les ofrecemos.


M.G.: ¿A qué tipo de figuras y movimientos le interesa darles un lugar en el catálogo de Global Rhythm Press?


J.V.: Ahí también ha sucedido una cosa muy curiosa. Lo cierto es que tampoco pretendíamos centrarnos en una época específica o en un período concreto de la historia de la música. Con dos o tres años de perspectiva lo cierto es que no hemos hecho otra cosa que centrarnos exclusivamente en los sesenta con la excepción de las obras dedicadas a músicos de jazz, que cubren un período mucho más amplio. En el campo de la música popular sí que nos interesa especialmente todo lo que de algún modo arranca a principios de los sesenta con los beats y con la psicodelia y que luego en los setenta acaba derivando en el rock progresivo, en el jazz rock y en la música de fusión. Pero bueno, todo eso en realidad responde a lo que han sido mis gustos musicales desde mi más tierna adolescencia. Y luego también está el jazz, que ocupa un lugar destacado aparte en el proyecto de la editorial. Vamos traduciendo las memorias de Oscar Peterson y las de Dizzy Gillespie. Ahora estamos preparando la biografía de Bill Evans titulada How My Heart Sings y acabamos de publicar la de Billie Holiday. La verdad es que el jazz sigue y seguirá ocupando un lugar destacado en el programa editorial.


A diferencia de lo que ha ocurrido con el rock y el pop, en el caso del jazz sí que cubrimos un período mucho más amplio. Ahí sí que pretendemos remontarnos hasta los años treinta en algunos casos. En el jazz nuestro sueño sería poder ir reconstruyendo todo ese proceso evolutivo que arranca con las primeras orquestas de swing y que llega hasta nuestros días.


Sin embargo, nos ha sucedido algo extrañísimo: pretendíamos centrarnos en el jazz pero hemos visto que los que han dado mejores resultados hasta el momento han sido los libros de pop. Y entonces de algún modo eso también es lo que nos permite seguir apostando por la publicación de esas rarezas sobre músicos de jazz.





M.G.: ¿Cómo describiría los criterios y el proceso de selección de los autores y títulos que se incluyen en el catálogo de Global Rhythm Press?


J.V.: Si bien en una primera etapa el proceso de selección pasaba exclusivamente por mis manos, a través de esas células autónomas como Olivia, Ramón Andrés o Miquel Izquierdo ahora nos hemos repartido toda esa labor de selección. En esta labor también participan activamente todas las agencias literarias con las que llevamos trabajando algunos años tanto en España como en el extranjero.


Digamos que la dirección editorial sigue estando en mis manos tanto en la parte musical como en la colección de ensayo. En la vertiente más literaria quienes están asumiendo el liderazgo son Olivia y Miquel Izquierdo a pesar de que de vez en cuando yo me permito hacer mis propuestas en estos dos campos. Al final es un planteamiento muy abierto.


M.G.: ¿En este momento hay alguna editorial que tenga un registro similar al de Global Rhythm Press?


J.V.: En el extranjero conozco algunas como Omnibus Press y Backbeat Books. Posiblemente estos son los dos únicos casos de editoriales que se han centrado exclusivamente en el campo de la música con textos divulgativos, biografías y libros de texto. Sin embargo, son editoriales que en ningún caso se han diversificado ni han ido abriéndose a otros campos. Nuestro caso es muy atípico porque en la estela de lo que han hecho Omnibus Press y Backbeat Books tratamos de desarrollar una propuesta similar, aunque te diría que dejando de lado los libros de texto o los manuales de enseñanza y centrándonos en las biografías, las memorias y las historias. Posiblemente lo que más nos diferencia de esas editoriales es el hecho de que hayamos ido adentrándonos en otros géneros.


Creo que en España no hay ninguna otra editorial que se haya formulado la posibilidad de centrarse exclusivamente en la música. Sí que ha habido incursiones esporádicas por parte de otras editoriales como Manontropo, Alba e incluso Random House Mondadori. Pero en ningún caso hay un trabajo sistemático, lo cual nos ha permitido tener la grandísima suerte de abrirnos con cierta facilidad un pequeño hueco en ese nicho del mercado editorial.


M.G.: ¿A qué tipo de público se dirige Global Rhythm Press?


J.V.: Hombre, eso es bien curioso. Supongo que cuando uno se hace esa pregunta termina proyectando en su público objetivo sus propias aficiones y sus propios gustos. Yo quisiera pensar que hay un montón de gente por ahí que comparte mis mismas aficiones e inquietudes. De algún modo lo que estoy haciendo literalmente es buscar aficionados a la música contemporánea y al jazz que compartan con nosotros otras inquietudes artísticas y que, a su vez, se sientan atraídos por las propuestas que hacemos en todo el espectro temático en las colecciones tanto de ensayo como literarias, que son bastante eclécticas y variadas. Estas colecciones abarcan desde textos inéditos de escritores británicos del siglo XVIII hasta nuevos valores de la narrativa norteamericana. Cabe todo. Autores como Joan Didion, Ralph Steadman y Benjamin Markovits. No hay una línea muy clara a ese nivel y las propuestas van viniendo de las lecturas que ha hecho cada uno por su cuenta.



M.G.: ¿En qué consiste la estrategia tanto editorial como comercial de Global Rhythm Press para suscitar en el público el interés por las líneas que abordan sus colecciones?


J.V.: Responder a esta pregunta es complicado porque estamos hablando de una ciencia bastante inexacta. No creo que nadie haya dado con la fórmula del éxito entre otras cosas porque así como en los años dorados de la edición de este país —que curiosamente coinciden con los últimos años de la dictadura y con la transición— apenas había competencia y eran muy pocos los editores que sobre todo en el campo del ensayo podían permitirse experimentos más interesantes. Desde entonces ya estaban Jorge Herralde, Beatriz de Moura y todos los grandes editores que terminaron conformando ese grupo mítico de la profesión.


La verdad es que hoy en día en la propia industria —y éste no es un fenómeno exclusivo del mercado hispanoparlante— la actividad editorial, como decía André Schiffrin en La edición sin editores, se ha convertido en un negocio debido a la entrada de grandes grupos que provienen del mundo de los mass media. La industria mediática ha ido inoculando a muchas editoriales toda una serie de herramientas de gestión y de promoción que hacen que la labor de los sellos independientes —incluso de aquellos que se han convertido en empresas medianas— apenas tenga visibilidad frente a las campañas de marketing de los grandes grupos.


Hoy en día si realmente uno quiere hacerse ver en la jungla de los suplementos literarios o de los programas de radio y televisión —que como sabes son escasísimos—, no le queda más que utilizar las mismas estrategias a las que recurren estas grandes empresas. Incluso se da la paradoja de que para ser una editorial tan pequeña como la nuestra que hasta hace unos meses era una empresa unipersonal, ahora tenemos una persona de tiempo completo que se dedica exclusivamente a tratar de conseguir ese mínimo de visibilidad necesario para que se hable de todo lo que estamos haciendo.


Tenemos la suerte de que en el ámbito musical hemos conseguido en un período muy breve que las publicaciones de referencia nos echen una mano. En ese sentido estas revistas han sido nuestro canal natural de promoción. En lo que concierne al ensayo y a la edición de ficción las opciones se reducen, por lo cual en este segmento es más complicado alcanzar cierta visibilidad.


Llevamos dos años y medio publicando libros y la verdad es que estamos muy contentos con lo que hemos conseguido hasta ahora.


M.G.: ¿Cómo ha sido hasta el momento la acogida que ha tenido entre el público el material publicado por Global Rhythm Press?


J.V.: Te diré que para nosotros ha sido una gratísima sorpresa porque en España ha habido precedentes de otras editoriales que habían hecho una labor excelente y que tuvieron que cerrar sus puertas. Se trata de editoriales que en su momento quisieron dedicarse de lleno a la música. Una vez más decidirse por una apuesta tan arriesgada no deja de ser una temeridad. Sin embargo, a la vista de los resultados cosechados con nuestras antologías yo tenía la convicción de que ese público existía, de que estaba ahí y de que encontraríamos el modo de llegar a él aunque fuera con otras propuestas.


Y bueno, parece que esa hipótesis de trabajo se ha confirmado y ahora no sabemos cuál es el techo de este mercado ni hasta dónde podemos llegar con algunas nuestras propuestas. Es muy pronto para saberlo. En España hemos conseguido abrirnos un hueco en ese nicho pero insisto: nosotros queremos sacarle un rendimiento a tiradas muy modestas que los grandes grupos jamás tomarían en consideración. A nosotros nos resulta muy provechoso vender entre 2000 y 3000 ejemplares de algunas de nuestras obras, cosa que cualquiera de los cinco grandes grupos de este país ni siquiera tendría en cuenta.


M.G.: ¿Cómo ha sido la relación de Global Rhythm Press con las librerías?


J.V.: A los libreros estamos empezando a conocerles, que es una tarea importantísima y que de hecho toma años. Para una editorial como la nuestra la relación directa con los libreros es vital y eso es algo que apenas hemos tenido tiempo de hacer. Ahora estoy tratando de aprovechar todos los momentos de los que dispongo en mis viajes para visitar todas las librerías que pueda en cualquier rincón de España. Se trata de un trabajo fundamental para que sepan quiénes somos.


En el campo de la distribución hemos tenido la suerte de ofrecerles a nuestros distribuidores la posibilidad de trabajar en una línea en la que apenas habían hecho alguna incursión esporádica. Así que de algún modo nuestra oferta venía a completar el abanico de propuestas que aportaban las demás editoriales, lo cual nos permitió distribuir con Les Punxes —que tiene muy buenos vínculos en toda España— y en el caso de América Latina con Océano —que para una editorial tan pequeña como la nuestra es una opción irresistible. Confiarle a un grupo tan experimentado como Océano la gestión de la logística, de la exportación, de la promoción y de los cobros en todos los mercados ha hecho que todo resulte supremamente fácil—.


Como cuentan los grandes editores de la generación anterior, al menos que tengas la suerte y el acierto de dar con un título que funcione bien lo habitual es que te pases de diez a quince años consolidando tu editorial y tal vez algunos más en convertir tu sello en sinónimo de calidad y de buen gusto —que es lo que han conseguido Tusquets, Anagrama, Acantilado y Siruela—. Ese es el estado ideal al que aspiramos todos, que es un fenómeno que se da en el mundo latino —en España, Francia e Italia— porque el rol que tiene el editor como prescriptor no existe de la misma manera en el ámbito anglosajón —donde se potencia mucho más la figura del autor por encima de la del editor, que al final no deja de ser un agregador de contenidos que conspira en la sombra y ejerce de chulo en no pocas ocasiones—.


Y ahí están los editores que han convertido sus sellos en referencias. Si eso llegara a sucedernos, sería maravilloso.


M.G.: ¿Cuál sería su balance de la experiencia de la editorial hasta ahora?


J.V.: El balance es muy positivo fundamentalmente porque en el fondo todo lo que me ha sucedido durante estos últimos tres años no deja de sorprenderme. Yo soy un editor accidental y me he visto avocado a serlo porque tuve la intuición de que existía una oportunidad en el mercado para sacar adelante este tipo de publicaciones. En ningún momento emprendí este proyecto con el convencimiento o la esperanza de asentarme en esta profesión, que para mí no dejaba de ser una oportunidad cazada al vuelo que me parecía muy interesante y que no sabía si se quedaría en lo que en inglés llaman un opportunistic business o si definitivamente tendría la suerte de poder dedicarme a esto.


Han pasado dos años y medio y ya estamos con casi diez colecciones en marcha. Insisto en que es un quehacer muy discontinuo en el sentido de que a diferencia de otras actividades empresariales no sigue un proceso muy lineal. Sería una falacia y una ficción si alguien te dice que las cosas son de otro modo. Uno tiene que adaptarse a esa dinámica y debe prepararse para funcionar bajo ella. El ratio de éxito por el número de publicaciones que sacas al año es muy modesto y tampoco puedes dejarte llevar por el entusiasmo de esas experiencias tan positivas que puedes tener al arrancar o al cabo de unos años, aunque algunas veces son ellas las que te permiten sobrevivir al cabo de un tiempo y a lo mejor pensar en la posibilidad de emprender al largo plazo proyectos más ambiciosos.


Es una profesión que seguramente jamás habría elegido si no hubiera tenido esa pasión por la música y por los libros. Y el simple hecho de poder sobrevivir trabajando en esto ya es un privilegio y una gran suerte.


M.G.: ¿Podría adelantarnos algo con respecto a los títulos que Global Rhythm Press está preparando en este momento?


J.V.: Tenemos muchas cosas. En enero sacaremos las memorias de Robert Crumb, el gran dibujante de cómic de la contracultura norteamericana. También sacaremos la biografía de Elvis Presley más importante que se haya publicado, escrita por Peter Guralnick, de la que en España se había traducido el primer volumen —Last Train to Memphis— y que ahora publicamos en un solo tomo junto con la segunda parte que se titula Careless Love. Publicaremos igualmente las memorias de la primera mujer de Stefan Zweig, así como las obras de Susan Straight y Charlotte Mendelson —dos autoras desconocidas en España pero que gozan de mucho reconocimiento en Estados Unidos y en el Reino Unido—. Saldrá, además, el debut novelístico de Ralph Steadman, el ilustrador británico que hace una sátira delirante de la industria del arte contemporáneo. Luego lanzaremos Paseos por Londres, una pequeña joya de Flora Tristán. Están por salir las memorias de Eric Clapton y de Hans Massaquoi, el actual director de la revista Ebony en Estados Unidos —se trata de Destined to Witness, cuya adaptación cinematográfica está en preparación—. Estamos preparando una investigación de la periodista canadiense Sonia Shah acerca de los tejemanejes de la industria del petróleo, Sexo e inquisición de Javier Pérez Escohotado y las biografías de Nat King Cole y de Stefan Zweig. Y, finalmente, dentro de poco lanzaremos la trascripción del juicio de Oscar Wilde, que hasta ahora tampoco había sido traducida al castellano.

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