martes, 30 de junio de 2009

¿por qué el interés por las editoriales independientes?



Desde que abrí [ el ojo fisgón ] en febrero de 2007 la edición independiente es uno de los temas que más me ha interesado y de los que me he ocupado de una manera más o menos reiterativa y sistemática. A menudo me he preguntado por qué este tema me interesa tanto y ahora que el Observatorio Iberoamericano de la Edición Independiente (OBIEI) es una realidad vuelvo a hacerlo una vez más.


La respuesta es simple: en primer lugar, porque de los grandes grupos editoriales ya se ha hablado demasiado bien sea porque pertenecen a estructuras que poseen sus propios medios de comunicación que actúan como órganos de difusión "de la casa" o bien porque tienen algún tipo de influencia sobre grandes medios ajenos a ellos. Como bien lo dice la "Declaración internacional de los editores independientes por la protección y la promoción de la bibliodiversidad", estos grupos 'poseen los recursos económicos, los medios de comunicación y mecanismos de difusión'. En fin, se trata de empresas que cuentan con todo un aparato de producción, distribución, difusión y promoción propio y que, por lo tanto, tienen como medio natural un circuito distinto de aquel en el que a mí me interesa posicionarme.




Y, en segundo lugar, porque las editoriales independientes parecen ser el espacio donde tiende a ser mayor la apuesta por sacar a la luz nuevos valores y por publicar títulos cuya alta calidad literaria no necesariamente garantiza su rentabilidad comercial. Creo que catálogos como el de Impedimenta, Marbot, Melusina, minúscula, Nórdica y otras jóvenes editoriales independientes que están haciendo propuestas muy interesante y arriesgadas serían impensables en el seno de un gran grupo.


Aunque claro, hay sellos literarios como Seix Barral, Lumen o Alfaguara que pertenecen a grandes grupos y que publican cosas de muy buena calidad. El problema es que desde hace varios años estos sellos vienen desdibujándose y lo hacen cada vez más porque en ellos conviven obras y autores de una calidad literaria muy dispar. En un sello mítico como Seix Barral, por ejemplo, hoy en día encontramos obras excelentes de figuras como Philip Roth, Carson McCullers, Julio Ramón Ribeyro, Octavio Paz o Don DeLillo al lado de saris rojos, pasiones indias, satanases,  estrategias de yo no sé qué y gárgolas. Es más clara la línea de sellos bastante buenos como Mondadori y Caballo de Troya, de Random House Mondadori.


Tampoco se trata de sugerir que los editores independientes necesariamente son los garantes de una cultura del todo ajena a los intereses comerciales o que una editorial independiente debe ser una asociación dedicada a hacer obras de caridad a favor de la preservación de los bienes culturales. Como dicen Manuel Gil y Francisco Javier Jiménez en El nuevo paradigma del sector del libro, 'independencia no debería asociarse directamente a creatividad: “algunos editores económicamente independientes no son sólo tontos redomados sino también incompetentes notorios, que publican obras lamentables”’.


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Nota: la parte del fragmento citado de El nuevo paradigma del sector del libro que viene entrecomillada es a su vez una cita del libro La edición independiente como herramienta protagónica de la bibliodiversidad, de Gilles Colleu, hecha por Manuel Gil y Francisco Javier Jiménez. El fragmento de El nuevo paradigma del sector del libro está en la página 41 y la cita de Colleu incluida en él está en la página 105 de La edición independiente como herramienta protagónica de la bibliodiversidad (ver el comentario de Manuel Gil y Francisco Javier Jiménez a esta entrada).

lunes, 29 de junio de 2009

notas sueltas [ 9 ] / dificultades para leer, la colección alpha mini y el obiei

Hace poco Raúl citó en una entrada de Viajero a Ítaca algo que había escrito un año atrás y que empezaba así:


‘Es deprimente no poder leer. Me ocurre de cuando en cuando, alguna vez ya lo he contado aquí. Empiezo un libro y lo tiro a las pocas páginas. Normalmente son libros en los que había puesto grandes expectativas’.




Según explica Raúl más adelante, no puede leer porque entre los libros que recomiendan los suplementos culturales ‘la mayoría fallan. No cumplen lo que prometen. Crean falsas expectativas. Me hacen perder el tiempo y el dinero. Cuando cierro con más ira que tristeza (antes sí me entristecía, ahora me pongo furioso) una novela, me entran ganas de abandonar la lectura y pasarme al audiovisual (HBO es grande, muy grande). Realmente, no pueden existir tantos buenos libros como las editoriales y los suplementos literarios quieren hacernos creer. Es imposible. Hay mucha morralla. Y no me refiero a los bestsellers de una temporada: hablo del apartado "literatura"’.


Luego añade:


‘Ya he perdido mucho tiempo. Si me levanto dos horas y media antes de entrar a trabajar para poder leer un rato, no es para aguantar basurillas con pretensiones literarias.


Estoy muy enfadado. Quiero leer. Necesito leer.


He revisado mi biblioteca. Nada me atrae. Quizá relea alguna buena novela. A veces ayuda’.


A mí me pasa algo parecido aunque por razones distintas.


Últimamente leo poquísimo. O mejor dicho: leo mucho por trabajo pero el tiempo que dedico en mis ratos libres a mis lecturas de entretenimiento puro cada vez es menor y tiende a cero. Después de estar ocho o diez horas entre libros, archivos, blogs, teclados y pantallas me cuesta mucho trabajo ponerme a leer. De los diez o doce libros que he empezado a leer este año para entretenerme en mi tiempo libre, sólo he terminado uno y hacerlo me tomó casi tres meses.


Desde hace un tiempo tiendo a descartar la lectura de novelas porque soy consciente de que es bastante probable que las deje empezadas. Es por esto que últimamente me inclino a leer libros de textos breves, de esos en los que en dos o tres páginas el autor plantea una idea, esboza un desarrollo y al final llega a alguna conclusión parcial o deja un par de preguntas abiertas.


Como Raúl, ‘estoy muy enfadado. Quiero leer. Necesito leer’.


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La semana pasada recibí los dos primeros títulos de la colección Alpha Mini, de la editorial Alpha Decay: La mascarada de la muerte roja, de Edgar Allan Poe, y El cuento, de Joseph Conrad. Próximamente saldrán los siguientes títulos: Santa Cecilia o el poder de la música, de Heinrich von Kleist; Alicia en Westminster, de Saki; y El Ballet de las Naciones, de Vernon Lee.





La editorial define esta nueva colección como ‘cápsulas literarias portátiles de lectura instantánea’. Los títulos están muy bien seleccionados y las ediciones están hechas con mucho cuidado.





Alpha Decay es una editorial que no solía interesarme mucho y que ha empezado a llamarme la atención a raíz de la aparición de las colecciones Héroes Modernos y Alpha Mini.


***


El Observatorio Iberoamericano de la Edición Independiente (OBIEI) sigue cogiendo forma. Poco a poco empezamos a familiarizarnos con el estado actual de la edición independiente en Iberoamérica y estamos preparando las charlas que daremos durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá.


Gracias a quienes nos han ofrecido su apoyo, a quienes han manifestado su entusiasmo frente al proyecto y a quienes han contribuido a difundir la información con respecto a éste.


Estén pendientes porque seguiremos no sólo informando sobre los planes y las actividades del OBIEI, sino también comentando las inquietudes a las que vayamos enfrentándonos durante el desarrollo del proyecto y los resultados de nuestro trabajo.

viernes, 26 de junio de 2009

donde pongo el ojo... [ 76 ]




Lecturas en curso


Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas

Anagrama

Barcelona, 1991


Mi recomendado de la semana


Un paseante en Nueva York, de Alfred Kazin

Ediciones Barataria

Sevilla, 2009


Mis libros favoritos


Las olas, de Virginia Woolf

Tusquets

Barcelona, 1998


Me llama la atención


Zoetrope: All-Story. The Latin American Issue (Daniel Alarcón y Diego Trelles Paz, editores)

Zoetrope: All-Story

San Francisco, 2009

jueves, 25 de junio de 2009

observatorio iberoamericano de la edición independiente (obiei)

El Observatorio Iberoamericano de la Edición Independiente (OBIEI) es una iniciativa que surge con el propósito de abrir un espacio de reflexión en torno a la edición independiente en Iberoamérica a través de las siguientes acciones:


1. realización de un estudio sobre el estado actual de la edición independiente en Iberoamérica.


2. seguimiento a la evolución de la edición independiente en Iberoamérica.


3. identificación de los retos que se le plantean a la edición independiente en Iberoamérica tanto en este momento como en el mediano y en el largo plazo.


4. exploración de posibles formas de enfrentar dichos retos.


5. presentación de los resultados del estudio sobre el estado actual de la edición independiente en Iberoamérica en la 22ª Feria Internacional del Libro de Bogotá.


6. realización de entrevistas a editores independientes colombianos durante la 22ª Feria Internacional del Libro de Bogotá.


7. divulgación del estudio y de las entrevistas a través de la red del OBIEI.


Para alcanzar su objetivo el OBIEI indagará en la experiencia de distintas iniciativas de carácter tanto nacional como transnacional que se han desarrollado alrededor de la edición independiente en distintos países. Entre estas iniciativas se encuentran las siguientes:


- Alliance des éditeurs indépendants (AEI)


- Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos (RIEPA)


- Alianza de editores mexicanos independientes (AEMI)


- Alianza peruana de editores (ALPE)


- Editores Independientes de la Argentina (EDINAR)


- Editores de Chile


- Red de editores independientes de Colombia (REIC)


- Liga Brasileira de Editoras (LIBRE)


- Bibliodiversidad


- Contexto


- Red de editoriales independientes (REI)






La primera fase del OBIEI se desarrollará gracias al apoyo del Ministerio de Cultura de Colombia y en ella se pretende involucrar a organizaciones como la Cámara Colombiana del Libro, la Red de editores independientes de Colombia (REIC), el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), el Banco de la República y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá.







El equipo de trabajo del OBIEI está conformado por Margarita Valencia, Pablo Odell y Martín Gómez.


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En este momento estamos montando la plataforma de difusión de contenidos del OBIEI. Ya les iremos dando más detalles sobre éste y otros temas relacionados con el desarrollo del proyecto.


Dos cosas antes de terminar:


1. Quien quiera enviar algún comentario o aporte al OBIEI puede contactarnos escribiendo a las siguientes direcciones:


margarita.valencia[arroba]obiei.org

pablo.odell[arroba]obiei.org

martin.gomez[arroba]obiei.org


2. Agradecemos su colaboración en la difusión de esta información.

martes, 23 de junio de 2009

el mundo digital y el contacto personal

Hace poco Javier Moreno estuvo en Colombia y cuando regresó a Lyon le pregunté cómo le había ido. De la respuesta de Javier me quedó dando vueltas en la cabeza un fragmento que reproduzco a continuación:


‘Aunque me agobia la ciudad disfruto mucho viendo a mi familia y encontrándome con amigos. Es una lástima que esto de las distancias sea tan radical. No importa lo que avance la tecnología, la sensación nunca cambia: Las redes digitales no sustituyen el contacto’.


Pensando justamente en el comentario de Javier, hace poco me di cuenta de que desde que una de las editoriales con las que trabajo me dio un e-reader para leer manuscritos apenas tengo contacto personal con las editoras porque Gloria me envía los textos por correo electrónico para que yo los descargue. Una de las cosas que me gustaba de ir a recoger manuscritos a la editorial era charlar tres minutos con Patricia, Ivonne y Bea. Durante esa conversación breve intercambiábamos impresiones sobre el clima, nos contábamos qué habíamos hecho el fin de semana anterior, nos quejábamos de la cantidad de trabajo que teníamos, registrábamos cambios en el corte de pelo o subidas y bajadas de peso, alguien botaba algún comentario sobre su próximo viaje y todos los demás nos moríamos de la envidia o simplemente quedábamos para salir a tomar un café o a cenar.


Supongo que el sacrificio del contacto personal y de la charla es el precio que tengo que pagar por no tener que desplazarme para recoger los manuscritos, por no volver a verme obligado a ir a la editorial con el carrito de la compra para traerlos o por no subir cada dos semanas los seis pisos de mi edificio cargando veinte kilos de papel a cuestas.





Lo cierto es que mi e-reader me ha solucionado la vida por cuestiones tanto de portabilidad de mi trabajo como de disponibilidad de espacio físico en mi casa: por un lado, para mí es maravilloso poder ir a cualquier parte con una novela histórica de 587 páginas sin que sea necesario llevar una mochila enorme y sin lesionarme la espalda o no tener que llevar una bolsa llena de papeles cuando salgo de viaje —las dos últimas veces que he ido a Colombia la mitad de mi equipaje ha estado compuesto por manuscritos y desde que tengo mi e-reader he podido hacer todos mis viajes llevando sólo un backpack pequeño—; por otro lado, ya no tengo que utilizar una parte significativa de una de las estanterías de mi cuarto para poner pilas de manuscritos que además de dejarme sin espacio para poner mis libros acumulaban toneladas de polvo.


***


Yo nunca he comprado un libro por Internet pero sé que el sistema de recomendaciones de Amazon está bastante afinado y suele funcionar muy bien porque cuando busco alguna referencia de algún libro los títulos incluidos en el apartado “Customers Who Bought This Item Also Bought” normalmente tienen una relación bastante puntual con mi búsqueda. Compraré mi primer libro por Internet cuando no pueda acceder a él de otra manera.





Sin embargo, el contacto con el librero es un detalle en el que la compra por Internet dejaría un vacío en mi experiencia personal. En Bogotá me encantaban la amabilidad de los dependientes de la librería Lerner de la Avenida Jiménez que estaban ahí desde que yo entré a la universidad o las recomendaciones de Álvaro Castillo, que como había detectado mi gusto por la narrativa estadounidense cada vez que yo iba a San Librario me sacaba del cajón de su escritorio alguna joyita que llevaba semanas o meses guardando para mí.


Y en Barcelona Jesús Casals y Damià Gallardo me han fidelizado aún más a La Central del Raval y a la Laie del CCCB respectivamente. Es cierto que tanto la variedad de la oferta de La Central y de Laie como lo acogedor que resulta el espacio de estas dos sucursales en particular son dos de las razones por las que me gusta ir allí. Pero también lo es que la charla, las recomendaciones y la complicidad de Jesús y Damià pesan mucho incluso para que algunas veces pase por allí sólo para saludarlos a ellos.


A pesar de que por estar afiliado a Abacus allí me ofrecen un descuento superior que en La Central, la mala leche de sus dependientes, el olor a humedad del local de Balmes y la escasa variedad de la oferta en ciertas áreas específicas hacen que a la hora de comprar un libro la mayoría de las veces prefiera ir a otra librería.


No sé, supongo que esa necesidad del contacto personal y la importancia que le doy a éste es un síndrome que también padecen muchos otros “inmigrantes digitales”.

jueves, 18 de junio de 2009

donde pongo el ojo... [ 75 ]



Lecturas en curso


La edición independiente como herramienta protagónica de la bibliodiversidad, de Gilles Colleu

La Marca editora

Buenos Aires, 2008


Mi recomendado de la semana


Revista Granta, número 100 (en español)

Duomo ediciones

Barcelona, 2009


Mis libros favoritos


La guerra del fútbol y otros reportajes, de Ryszard Kapuściński

Anagrama

Barcelona, 1992


Me llama la atención


Un guión para Artkino, de Fogwill

Periférica

Cáceres, 2009

martes, 16 de junio de 2009

artículo "las librerías independientes en colombia", en la revista texturas

Como sabía que en septiembre del año pasado me iba a pasar unas semanas a Bogotá, faltando pocos días para mi viaje Txetxu Barandiarán me propuso que escribiera un artículo sobre las librerías independientes en Colombia para la revista Texturas. Y aunque en ese momento mi nivel de familiaridad con el tema era más bien bajo, acepté. Sabía que hacía unas semanas habían cerrado tres importantes librerías en Bogotá y poca cosa más.


Mi plan era empezar a indagar acerca del estado de las librerías independientes en cuanto llegara a Bogotá y pedirles a algunos amigos que me orientaran un poco a la hora de abordar el tema. Al día siguiente de mi llegada tenía una cita con Richard Uribe en el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) y como había llegado antes de tiempo me fui a curiosear un rato a la librería Arteletra, donde me encontré con que Adriana Laganis —su propietaria— era la directora de la Asociación colombiana de libreros independientes (ACLI).


En ese mismo momento concerté para el día siguiente una entrevista con Adriana, quien durante una charla de cerca de una hora y media me hizo una explicación minuciosa del panorama de las librerías independientes en Colombia en ese momento. El resultado de una breve investigación basada en la entrevista a Adriana Laganis, en charlas con otros libreros independientes y en la revisión del “Estudio de canales de comercialización del libro en América Latina y el Caribe, con énfasis en las librerías” —del CERLALC— es el artículo “Las librerías independientes en Colombia”, publicado en el número 8 de la revista Texturas.





Laganis cuestiona el lugar común según el cual en Colombia no hay lectores y explica las dificultades a las que tienen que enfrentarse las librerías independientes a partir de dos argumentos radicalmente diferentes:


‘Según Adriana Laganis, propietaria de la librería Arteletra y directora de la ACLI, lo más importante es que sí hay lectores y que queremos leer, pero existen varias dificultades: “en primer lugar, que a menudo no llega lo que quisiéramos tener. Y cuando llega, llega muy poquito; en segundo lugar, que los libreros pequeños no tenemos unas condiciones de mercado justas porque, mientras que a las librerías medianas y grandes las distribuidoras les dan comisiones del 40%, del 45% y del 50%, a nosotros sólo nos dan el 30%. Lo único que necesitamos para existir es que las distribuidoras nos den una negociación justa. Atención, no estoy pidiendo que nos den un trato privilegiado”’.


El hecho de que en Colombia los libros no tengan precio fijo es otro elemento que también debilita a las librerías independientes:


‘Al no existir una ley del precio fijo, el monto a pagar por un mismo libro puede variar sustancialmente de una librería a otra en gran parte porque las distribuidoras les dan mejores condiciones de negociación —en términos tanto de comisión como de gestión de pedidos y devoluciones— a aquellas librerías que manejan un mayor volumen de ventas. Tan es así que en ocasiones las distribuidoras les venden a las grandes superficies, como Carrefour o El Éxito, los libros a precios bajísimos porque la afluencia de público en estos establecimientos, la inserción del producto en el circuito de las compras de bienes de primera necesidad y el tipo de títulos que conforman su oferta facilitan la venta de una cantidad de ejemplares considerable, lo cual les permite establecer un precio de venta al público significativamente inferior al de las librerías’.


Otro ítem importante con respecto a este tema es ‘la falta de librerías en las ciudades secundarias y en los municipios pequeños’, que ‘es un reflejo de ese centralismo excesivo que históricamente ha caracterizado a Colombia’.




Valdría la pena averiguar si la situación de las librerías independientes en Colombia ha cambiado entre octubre de 2008 y hoy, de ser así en qué sentido y medida lo ha hecho y en qué va el trabajo de la ACLI —que, según tengo entendido, desde hace un tiempo es dirigida por Pablo Arcila—.


Quienes estén interesados en leer el artículo y no tengan acceso al número 8 de Texturas pueden descargarlo aquí.


En convalor pueden consultar la tabla de contenidos completa del número 8 de la revista Texturas.

bloomsday




***

˜ 7.23: me despierto con dolor de garganta, me acuerdo de que tengo que enviarle a Aurélie las indicaciones para que llegue mañana a mi casa y pienso en el post que tengo que escribir. Dormito un rato más.

˜ 7.41: el dolor de garganta vuelve a despertarme.

8.00: suena la alarma. Me quedo un rato más en la cama.

8.07: me pongo una camiseta, camino hacia el salón dándole forma al post que voy a escribir, prendo el computador y mientras Windows carga voy al baño, abro la boca y me echo siete u ocho shots de Chloraseptic de cereza. Me sirvo un vaso de agua y me toma una pastilla de Doctril de 400 miligramos.

8.11: reviso mi correo, empiezo a escribirle a Aurélie un mensaje titulado "adresse + indications + plan" con las indicaciones para que llegue a mi casa desde el aeropuerto de Girona, escaneo blogs y verifico que la mayoría de las cosas que le he escrito a Aurélie sean gramaticalmente correctas. Como estoy en el computador de Ana, busco en mi correo el mapa de mi barrio que siempre les envío a quienes vienen de visita (MAPA_CASA_MARTÍN.JPG) para enviárselo a Aurélie. La garganta sigue doliéndome.




8.41: termino el mensaje de Aurélie y se lo envío. Como nunca nos hemos escrito a nuestras direcciones de correo, por si mi mensaje le llegó a la carpeta de spam le escribo en su muro de Facebook diciéndole que acabo de enviarle mi dirección, las indicaciones para llegar a mi casa y el mapa. Todavía me duele la garganta y tengo la sensación de haber perdido una hora de trabajo. Tengo un sentimiento de frustración insoportable.

8.43: voy a la cocina y pongo a hacer café.

8.47: empiezo a escribir el post en el que he estado pensando desde ayer. Todo sale rápidamente. Una vez lo termino le echo una leída y sólo encuentro un par de errores pendejos que corrijo en un plis-plas. No me lo creo. Pienso que debo estar medio zombie, así que lo releo una vez más. Igual. Sólo me faltan las imágenes pero como el compu de Ana no tiene Photoshop guardo el post, aprovecho para buscar algunas en Internet y cuando las encuentro me las envío por correo para retocarlas en cuanto llegue a mi casa.

9.17: Ana se levanta. Está mejor que ayer. Dice que tiene calor. Sirvo el café para los dos. Mientras mira su correo yo me siento en el sofá a no hacer nada y cuando termina cambiamos de puesto.

9.36: contesto un par de mails, le echo la primera revisada del día a El País, paso derecho por la primera página y leo con más cuidado los posts de blogs que hace un rato he marcado como no leídos.

9.48: reviso por última vez un documento que había quedado en enviarles a Margarita y a Pablo, les escribo un mensajito escueto porque no estoy para chistes tontos, adjunto el archivo y aprieto en el botón "Enviar".

10.03: tengo la sensación de que ya he cumplido con mis metas de la primera parte de la mañana, así que me voy a la cocina a lavar los platos de la cena de anoche. En aproximadamente ocho minutos dejo la cocina cuasi impecable.

10.22: Ana se mete a la ducha. No sé en qué momento dejó de dolerme la garganta pero ahora mismo me siento como si nada. Veo que Cynthia, Miquel y Javier ya empezaron a hacer los reportes de su Bloomsday y me da una rabia terrible y otra vez esa sensación de frustración de hace un rato porque ellos deben estar pasándosela bomba y yo con todo lo que tengo que hacer no voy a tener tiempo de escribir nada en todo el día.

10.38: creo que a Ana se le está haciendo tarde para su cita. Yo ya tengo todo listo para irme a trabajar a mi casa. El día está como nublado y hay bochorno. Pienso en el trozo de melón que me voy a comer cuando llegue a mi casa y en la ropa que tengo que echar a la lavadora.

10.55: salimos de la casa de Ana. Bajamos juntos por la calle Lepant y a la altura de Indústria nos separamos. Ella se va con paso firme y yo sigo bajando a ritmo pausado como quien más bien no quiere llegar a ningún lado. Tengo ganas de llegar a trabajar. Si me rinde tanto como hace un rato quizás alcance a reportar alguna cosa de mi Bloomsday.

11.28: llego a mi casa, prendo el computador, echo la ropa a la lavadora y me meto a la ducha. Mientras me visto me como un trozo de melón enorme, añado las imágenes al post y lo publico. Cuando entro a Facebook encuentro respuestas entusiastas de Elena, Patricia, el Camarada Juan Pablo y Jota a mi estatus: "bloomsday".



12.03: como Camilo Hoyos es un fan de Stephen Dedalus, le escribo enviándole la convocatoria de Javier para el Bloomsday para ver si se anima a hacer algo. Creo que le parecerá una buena idea. Un rato después Camilo me responde contándome de su viaje a Berlín y me confirma que dentro de un par de semanas se va a París por tres meses. Quedamos en hablar el viernes para vernos este finde.

12.15: me pongo a escribir una entrada sobre mi artículo "Las librerías independientes en Colombia", publicado en el número 8 de la revista Texturas. Una vez la publico se me pasa el agobio que tengo desde la mañana y decido abrir una nueva entrada titulada "bloomsday" para matar la frustración. Tomo un par de fotos de mi escritorio, le plagio a Andresito una foto que tomó en la Martello Tower y sigo las instrucciones de Javier.




13.45: intercambio un par de mails de trabajo con Patricia. Cito textualmente su última respuesta:


'¡Gracias, Martín!

Fdo.: Molly'.


15.23: a pesar del hambre llevo una hora larga evitando la pausa del almuerzo hasta que el dolor de cabeza me impide seguir haciéndolo. Cuando estoy metiendo una pizza al horno me doy cuenta de que se me olvidó sacar la ropa de la lavadora. Mientras la pizza se calienta cuelgo la ropa en el tendedero. Cuando termino llego a la conclusión de que si colgar la ropa me hubiera tomado tres minutos más habría terminado achicharrándome.

16.02: me echo en la cama a leer un rato. Ana me llama y me da una mala noticia. Quedo angustiado e intento seguir leyendo para no comerme el coco. Veinte minutos más tarde me siento a escribir un informe, que es la única forma de tranquilizarme que encuentro.

16.34: aunque no es el postre más apropiado para una tarde caliente de verano, el chocolate siempre es una buena droga contra la ansiedad. Hay dos alternativas: Kit Kat y Chocolatina Jet. Nada que hacer: Kit Kat. Me devoro las cuatro barritas en menos de cinco minutos y al final me chupo las yemas del pulgar y del índice de la mano derecha, que terminan todas untadas de chocolate derretido.

17.02: me meto a la página de eDreams para comprar un tiquete de avión para un viaje importante que por ahora es semisecreto (en realidad es semipúblico: casi toda mi familia ignora que lo haré y en principio seguirá haciéndolo por lo menos durante unas semanas más). Encontrar el tiquete para las fechas que quiero y al precio que necesito es más fácil de lo que esperaba. Reviso una y otra vez las fechas y horas, el itinerario, mi documento de identidad, los datos de mi tarjeta y todo lo demás. La compra del tiquete me deja ansioso. Más adelante daré más detalles sobre el viaje.

18.15: el computador se traba. Lo reinicio por las malas. En lugar de la pantalla de entrada a Windows me aparece un proceso de verificación del sistema operativo que avanza lentamente. Me asusto. Hago un barrido mental para ver qué perdería en caso de que mi computador se dañara y me doy cuenta de que tengo un back up de ayer. No hay nada que temer. Lo peor que me puede pasar es que tenga que pagar 150 euros por el arreglo del computador y pedirle uno prestado a alguien. Decido que mientras termina la verificación del sistema operativo voy a ir a La Sirena a comprar arepas rellenas de queso y helado de crema catalana para aprovechar el tiempo haciendo algo productivo. A ver si los del servicio técnico de la Fnac me entregan rápido mi MacBook porque el regreso inesperado al mundo PC ha sido una verdadera tortura. Bueno, lo que pasa es que mi Dell ya está bastante disminuido tras cuatro años y medio de uso ininterrumpido. Tampoco puedo esperar de él mucho más de lo que me da.

18.52: regreso de La Sirena con un paquete de arepas rellenas de queso y dos helados de crema catalana. Seguro que a Ana le va a gustar la sorpresa. El computador está listo para empezar a trabajar. Empiezo a hacer mi reporte de mi Bloomsday. Escribo y escribo sin parar.

20.47: Ana ya debe venir en camino pero no me ha llamado. La llamo pero su teléfono me manda a buzón. Le dejo un mensaje. Cuelgo y a los dos segundos me llama al móvil para decirme que ya viene en camino. Sobre la mala noticia que me dio hace un rato me dice que la cosa ya no es tan grave como parecía al principio. Se corta la llamada. Yo quedo más tranquilo y contento de que ya esté por llegar.

21.01: llega Ana. Le abro la puerta y me siento a seguir escribiendo como un maniático. Le cuento lo que estoy haciendo. Ambos tenemos hambre. Yo tengo ganas de comer ensalada así que me invento una sobre la marcha. El invento resulta ser un desastre pero se deja comer. ¿Cómo puede una ensalada ser un desastre? Ana me dice que es la primera vez que no le gusta algo que le hago de comer. Siempre hay una primera vez.

22.17: Ana se mete a la cama a ver House. Desde el escritorio yo oigo lo que van diciendo y de vez en cuando volteo a mirar hacia la tele. Escribo un rato más hasta que me canso. Y ahora el postre: helado de crema catalana en la cama alternando entre House y Operación Triunfo.

˜ 23.37: como siempre, me quedo dormido. Ana me despierta entre risas. Hace mucho calor y vuelvo a tomarme los medicamentos para evitar que vuelva a darme dolor de garganta. Los vecinos del edificio de enfrente están peleando otra vez. Hace dos días ella le había dicho a él que iba a dejarlo. Ella grita y grita. Nos damos cuenta de que ella está sola y de que la pelea es por teléfono. Descubrimos que él se llama Álvaro. Yo le digo a Ana que pobre tipo por tener que aguantarse la gritería de ella. Y así se va acabando el día y a pesar del calor yo vuelvo a quedarme dormido.


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(Foto de Andrés Lombana)

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En construcción

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