jueves, 28 de junio de 2007

decision making: leer tal o cual cosa

¿Bajo qué racionalidad escogemos los libros que leemos? ¿Quiénes y qué circunstancias influyen sobre nuestra decisión de leer una cosa u otra?


Normalmente soy más o menos consciente de las motivaciones que me impulsan a leer o a querer leer cada libro: la simple curiosidad, un comentario de alguien, el nombre del autor, el título, la editorial que lo publica, el nombre del traductor e incluso el diseño de la carátula. Muchas veces podría resumirlo todo de la siguiente manera: ‘voy a leerme este libro porque se me da la gana’. Sin embargo, si me pusiera en la tarea de encontrar la explicación última la mayor parte de las veces llegaría a las sencillas pero misteriosas motivaciones de siempre.


Como me gusta muchísimo pasar con frecuencia por las librerías y quedarme horas curioseando entre las estanterías, tengo un listado largo y en constante crecimiento de libros que por una u otra razón quisiera leer. Y claro, luego están también las páginas Web de las editoriales, los blogs y los suplementos culturales que leo casi a diario.


Supongo que en principio la notoriedad de un libro que acaba de salir depende de su presencia tanto en las mesas de novedades y en las vitrinas de las librerías, como en los espacios dedicados a los comentarios de libros de los periódicos, de las revistas y de la televisión. Y supongo también que la oficina de prensa de las editoriales debe hacer un trabajo estratégico para que los libros que éstas publican empiecen a moverse en estos escenarios. Y bueno, después están las páginas Web dedicadas exclusivamente a un nuevo libro y uno que otro aviso publicitario que de vez en cuando se ve por ahí. Claramente todo es mucho más fácil cuando el autor del libro es una figura cuyo nombre vende casi por sí solo o cuando se trata del relanzamiento de un long seller.


Sin embargo, creo que una vez un libro ha recibido este push inicial todo empieza a depender más del famoso “boca a oreja”. Entonces es allí donde empieza la dinámica de tipo ‘ayer en una comida un amigo me habló sobre este libro que se llama…’, ‘mi papá me recomendó que leyera…’, ‘¿si has visto que todo el mundo está leyendo…?’, ‘en mi cumpleaños me regalaron…’, ‘tienes que leerte…’ o ‘¿leíste en el periódico del domingo el comentario que hizo nosequiencito sobre…?’.


Y como el relevo en las mesas de novedades y en los espacios de comentarios de libros va a una velocidad cada vez más vertiginosa, a partir de entonces la cosa sigue caminando más o menos sola hasta que alguna circunstancia especial —como acaba de suceder con Cien años de soledad— dé pie para hacer un nuevo push.

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