miércoles, 27 de junio de 2007

artistas e intelectuales inmigrantes

A menudo se dice que los tiempos de crisis son un terreno fértil para la creación intelectual y artística. En el plano tanto individual como colectivo las crisis suscitan reflexiones y reacciones que se cristalizan en todo tipo de expresiones concretas que dan cuenta de percepciones y opiniones con respecto a lo que está sucediendo.


En medio de la Guerra Civil y de la represión del régimen franquista, muchos españoles consideraron que la única forma de conservar su libertad e incluso de sobrevivir era dejando su país. Si en la España de aquellas décadas no había un lugar para que afloraran muchas ideas e iniciativas tanto intelectuales como artísticas, países como México, Argentina, Venezuela, Colombia y Francia fueron un caldo de cultivo para éstas. Así lo demuestra el trabajo que hicieron durante su exilio figuras como Pablo Picasso, Luis Buñuel, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Francisco Ayala, Pedro Salinas, Paco Porrúa y muchos otros.


Estos intelectuales y artistas fueron bien recibidos en los lugares a los que llegaron, donde propiciaron un diálogo entre las ideas que traían consigo y las que encontraron allí. Esta experiencia fue tan enriquecedora tanto para los exiliados como para las sociedades receptoras, que su balance no podría ser mejor.



Años más tarde un puñado de escritores latinoamericanos que tenían poco o nada que ver entre sí encontraron en Ciudad de México, Buenos Aires y Barcelona las condiciones que no existían en ese momento en sus países para publicar su obra y darla a conocer más allá de las fronteras de éstos. De hecho lo que se conoce como el boom latinoamericano es en gran parte una consecuencia de la complicada situación política y económica de los países latinoamericanos, que en su mayoría empezaban a caer una vez más en manos de gobiernos dictatoriales.


Los mayores reconocimientos que recibieron figuras como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, José Donoso, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, José Lezama Lima, Carlos Fuentes o Juan Rulfo durante su vía hacia la consolidación como grandes escritores no vinieron de sus países de origen, donde muchas veces apenas se publicaban sus obras. Debido a circunstancias diversas muchos de ellos se vieron obligados a dejar sus países y a buscar la manera de abrirse campo en otros lugares donde sus ideas y su trabajo fueran mejor valorados. Y lo lograron.


El resultado de ambas experiencias debería servir como punto de partida para cuestionar la manera como actualmente se está satanizando la inmigración.

3 comentarios:

Camilo Hoyos G. dijo...

De hecho, no olvidar toda la corriente crítica que acusó a Cortázar de hacer literatura europea o "europeizante", siendo un latinoamericano en París. Lo que esta gente ignoró, creo yo, es que a donde fuera, ese latinoamericano ponía a prueba y en tela de juicio positiva su identidad latinoamericana en el momento de creación en una ciudad que no es la suya.

Culebrero dijo...

Hubo otros más invisibles que pasaron por Barcelona y que no estuvieron dentro del Boom. Uno de los casos más intrigantes es quizás el de Sergio Pitol. Algunos de sus textos que tienen mucho de diario de viaje son un ejemplo de esos entreverados cosmopolitas.

martín gómez dijo...

Claro, Pitol es un monstruo. Me llama muchísimo la atención el vínculo tan fuerte que su trabajo como diplomático le permitió establecer con el espíritu de la cultura eslava. Y bueno, la contribución que ha hecho como traductor también es brutal.