lunes, 16 de abril de 2007

debate sobre la concentración de la industria editorial en el encuentro internacional de editores literarios de la XX feria del libro de bogotá


La realización del Encuentro Internacional de Editores Literarios, que tendrá lugar en el marco de la XX Feria Internacional del Libro de Bogotá que empieza el próximo 19 de abril, pone sobre el tapete un problema típico de la globalización como es la concentración de la industria editorial. Editores de distintos países se reunirán en Bogotá para discutir acerca del panorama actual de la industria editorial y para buscarle salidas a la encerrona que representa la concentración en este sector. Al encuentro asistirán, entre otros, el agente literario Guillermo Schavelzon y los editores Manuel Borrás, Jesús García Sánchez, Felipe Escobar, Pilar Reyes, Claudio López, Jorge Herralde y Eduardo Rabasa.

En su artículo ‘Un debate con altura’, Luis Fernando Afanador —el comentarista de libros de la revista Semana— recoge el punto de vista de distintas figuras del mundo de la edición con respecto al fenómeno de la concentración. Los valiosos testimonios que reproduzco y que comento a continuación dan cuenta no sólo de las amenazas, sino también de las ventajas que trae consigo la concentración de la industria para los editores pequeños.

"En las industrias culturales la concentración de la producción y de la circulación de bienes en pocas —y con frecuencia toscas— manos, entraña riesgos sobre la diversidad y la calidad de la producción y del acceso a la cultura". Alejandro Katz, director del Fondo de Cultura Económica en Argentina.

En su planteamiento Katz establece un vínculo entre la propiedad en el ámbito de las industrias culturales y el pluralismo de la oferta de contenidos. Sin lugar a dudas una de las repercusiones de la concentración tanto de la producción como de la circulación de bienes en este sector es la reducción de los puntos de vista que se encuentran representados en dicha oferta de contenidos y, por lo tanto, del pluralismo de ésta.

"El mundo editorial cada vez tendrá que hacer un lugar como auxiliar de otros medios de comunicación publicando libros que aumenten la popularidad de las películas y de los programas televisivos". André Shiffrin, editor de The New Press.

La afirmación de Shiffrin nos permite entender el mecanismo a través del cual los grandes grupos multimedia diversifican sus actividades e integran servicios complementarios para racionalizar el uso de los recursos que poseen sus distintas empresas mediante sinergias. El propósito de esta operación consiste en explotar los recursos de una manera más eficaz y de distribuir las inversiones en distintos campos, de manera que la venta de ciertos contenidos jalone la de otros que están relacionados con éstos y que se encuentran en distintos formatos.

"La ficción de calidad, la historia del arte y la crítica han desaparecido de los catálogos de estos grandes grupos. Ahora la política es la de pagar importantes adelantos a favor de lo que se espera que sea un éxito de ventas. Pero cada grupo sigue la misma política y los adelantos aumentan más allá de lo que se puede esperar razonablemente por la venta de un libro". André Shiffrin, editor de
The New Press.

Con respecto al exorbitante monto de estos anticipos anota Afanador que “van a la cuenta de pérdidas y para compensar el editor se ve obligado a eliminar las obras de tiradas medias: todos los recursos disponibles deben estar en función del marketing y la publicidad de la gran apuesta. Shiffrin pone el ejemplo de la editorial Harper Collins, en Londres, que despidió empleados para cubrir el anticipo de 32 millones de dólares que le dio a Jeffrey Archer”.

"En Pre-Textos somos seis personas y no necesitamos vender más de 3.000 ejemplares de un libro —aunque en algunos casos hemos superado los 10.000 con un título— mientras que un editor a escala mayor necesita a veces hasta 120 personas y vender al menos 25.000 ejemplares. Yo no sé, ni me importa, cómo se puede combatir a los grandes grupos editoriales. Lo que sí sé es que a la tontería e insolvencia literarias en boga, sólo se les puede oponer buena literatura. El reto de un editor informado, pues, es saber escoger lo mejor para sus lectores aplicando un criterio de excelencia riguroso. Después que éstos, que suelen ser honestos, inteligentes e independientes, elijan entre lo mucho que se les ofrece". Manuel Borrás, editor de Pre-Textos.

El punto de vista de Borrás demuestra en qué medida la concentración también puede representar una ventaja para las pequeñas editoriales, que con equipos de trabajo reducidos pueden apostarle a armar catálogos consistentes conformados por obras de buena calidad literaria que buscan satisfacer los intereses específicos de ciertos nichos de lectores.

"El nicho natural de la edición independiente es la excelencia, el rigor, el trabajo bien hecho, con imaginación y tenacidad, combinando las virtudes del esprinter en el día a día, con las del corredor de fondo". Jorge Herralde, editor de
Anagrama.

Anagrama es un caso bastante particular porque es una editorial independiente que tras cerca de 35 años de existencia ha consolidado su posicionamiento en el mercado de la edición de literatura de buena calidad. Sus contactos y sus vínculos de cooperación con editores independientes franceses, italianos, británicos y norteamericanos le han permitido a Herralde no sólo fichar en su momento a figuras emergentes como Julian Barnes, Antonio Tabucchi y Michel Houellebecq, sino también incorporar a su catálogo a figuras consolidadas como Raymond Carver, Truman Capote y Vladimir Nabokov.

"Una editorial es una empresa, y como tal tiene el propósito de poner en circulación libros para que se vendan, con los que se hace negocio. Pero también tiene la misión de preservar el patrimonio cultural y recuperar voces importantes para los lectores y para la historia de la literatura". Jaume Vallcorba, editor de Acantilado.

Si un examen a vuelo de pájaro del catálogo de Acantilado pone en evidencia la dedicación con la que Vallcorba cumple la misión que ha decidido asumir, las ventas de sus libros demuestran que el editor catalán sabe cómo rentabilizar en beneficio de su empresa el empeño que invierte en su trabajo.

"¿A los grandes grupos sólo les interesa los libros de mucha venta? A eso yo respondo con que en la editorial para la que yo trabajo (gran monopolio, como bien saben ustedes) publico a Lobo Antunes, J.M. Coetzee, V.S. Naipaul, Orham Pamuk, etc. Cuatro de los últimos cinco premios Nobel publican en Mondadori; los dos últimos National Book Award son autores de Mondadori; de los seis finalistas de este año al Premio Impac (el más importante premio irlandés, antesala del Nobel) cinco publican en mi grupo... ¿Hace falta algún dato más? En cuanto a que a las editoriales independientes les interesa la calidad y no las ventas, ¿hay que recordar aquí que fue una pequeña editorial independiente, Umbriel, la que ha publicado El código Da Vinci". Claudio López, coordinador editorial de Random House Mondadori.

Me gustaría preguntarle a López a partir de cuándo los sellos de Random House Mondadori empezaron a publicar a Lobo Antunes, a J.M. Coetzee, a V.S. Naipaul, a Orham Pamuk y a todos los autores notables de los que habla. Seguramente cuando algunos de estos sellos eran independientes —es decir, antes de que Random House Mondadori los comprara— se atrevieron a publicar a muchos de estos autores hoy consagrados cuando apenas empezaban a figurar y apostar por ellos implicaba un riesgo alto.

No me extrañaría que una vez se venzan los derechos de Dan Brown algún sello de uno de los grandes grupos ofrezca por ellos una suma que Umbriel no podrá pagar.

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