lunes, 2 de abril de 2007

¿de cuáles fuentes bebe la publicidad?: julio cortázar, copy de la agencia atlético internacional

El spot de la nueva campaña creada por la agencia Atlético Internacional para Seat León es una clara muestra de lo híbrido que puede llegar a ser el terreno de la publicidad debido a su capacidad de utilizar y asimilar ideas provenientes de campos distintos. Adicionalmente, creo que la realización de este spot en el que las imágenes y la voz del escritor argentino Julio Cortázar leyendo el Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj nos muestran la relación que establece un hombre con su automóvil también sugiere que esa idea de que por un lado están la llamada ‘alta cultura’ y por el otro la ‘cultura popular’ se restringe cada vez más al ámbito de la academia rancia, de señores engominados y de ancianas estiradas.





Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Tomado de Historias de cronopios y de famas. Julio Cortázar, 1962.

1 comentario:

Camilo Hoyos G. dijo...

Me parece muy pertinente haber hecho una entrada de este spot publicitario. Me llamó mucho la atención los diversos comentarios que muchos usuarios de youtube incluyeron en la página respectiva. Encontramos ese grupo gigantesco de lectores cortazarianos que expresan su horror porque la agencia lo utilizó para un spot publicitario. Esto, a mi juicio, se traduce precisamente en ese intento de dejar de lado las diversas culturas a las que usted hace referencia, porque es el pánico del lector envidioso al ver que su "consentido" está siendo escuchado por millones de personas, y que los "pijos" o "incultos" sabrán algo del argentino. A mi juicio, es un sinsentido pretender que el mensaje (me atrevo a decir que el reloj bien puede ser una hermosa metáfora occidental, tanto del materialismo como de la condena eterna del tiempo) no se comparta, y que quede dentro de los lomos o grabaciones de los lectores. UN comentario es algo así como "Cortázar se estará retorciendo en su tumba". Con todo el cariño que le tengo a mis autores muertos, ¿qué importa esto para efectos de divulgación? Si Cortázar se está retorciendo, no me quiero imaginar los espamos que habrán sufrido los cuerpos de Jim Morrison, Rimbaud, Che Guevara y demás, por mencionar solo algunos. Recuerdo esa frase de la película de "El cartero de Neruda": cuando Neruda le dice al cartero que por qué utilizó su poesía, éste le contesta algo así como: es suya hasta el momento en que la publica (quizás es un falso recuerdo, y si es así, pido disculpas). Pero la idea está ahí: el autor es otro lector, y, como cualquier otro, puede usarlo para aquello que sienta que es pertinente, como lo es el caso en cuestión.
Este spot -desconozco si es de la misma agencia- es la continuación literaria del otro acerca del "Síndrome de Stenhal". Dos excelentes oportunidades para demostrar que la buena literatura puede salirse de sus cabales, y no quedarse inmovilizada por la gomina que utilizan todos aquellos que pretenden sentirse responsables y portadores de una buena pieza literaria, tarea o misión que, por demás, nadie les ha concedido. Es un tonto fanatismo que es necesario abolir.