jueves, 13 de diciembre de 2007

"el escritor, paradigma del hombre", por jean-françois fogel

Por los cambios en la gestión de contenidos de El Boomeran(g), sin darme cuenta dejé de recibir en mi bloglines el feed del blog de Jean-François Fogel y se me escapó su interesantísima entrada sobre lo que representa en el imaginario colectivo la imagen del escritor y sobre la contribución que hace la publicidad a la construcción de ésta.


El motivo de la entrada titulada “El escritor, paradigma del hombre” es la aparición de Frédéric Beigbeder en la campaña de la línea de productos para hombres de Les Galeries Lafayette. Me parecen muy interesantes las consideraciones de Fogel con respecto a la comparación entre esta campaña y la de la línea de productos para mujer, a la pieza gráfica, a la imagen de Beigbeder en ésta —el detalle del libro que tiene en las manos es buenísimo— y a lo que representa este escritor en el ámbito mediático francés. Sin embargo, no comparto su opinión con respecto al talento de Beigbeder como novelista —a quien ya me he referido en las entradas “¡al demonio con el autor!” y “summertime [ 24 ] / lecturas de fuga”—. Aunque considero que Beigbeder es un narrador bastante diestro, 99 francos me pareció una novela malísima y Windows on the World tuve que dejarla en la página 15.


En fin, la aparición de Beigbeder en la campaña de Les Galeries Lafayette confirma dos cosas: por un lado, que en nuestro imaginario Francia sigue siendo La República de las letras independientemente de lo que se diga de la decadencia de la cultura francesa —ver la entrada “parís y la literatura”—; y, por el otro, que incluso en Francia se sigue reforzando la tendencia a la espectacularización del ámbito de lo literario —ver esta entrada—.




Creo que ya me he extendido demasiado, así que los dejo con el texto de Fogel.


El escritor, paradigma del hombre


No importa el mal estado de su literatura, Francia cree todavía en el escritor como paradigma de un hombre ubicado en su época. Por lo menos es la visión del almacén Les Galeries Lafayette (equivalente en Francia a El Corte Inglés) en el momento de definir una campaña publicitaria l'homme (el hombre) a favor de su departamento para hombres. No se trataba de algo menor: durante años, una campaña similar la femme (la mujer) tuvo como figura única la modelo y actriz Laetitia Casta. Era hermosa y dinámica ¿Quién puede, frente a ella, ser "EL" hombre? Respuesta: no es un futbolista o un artista pero un escritor, y de manera precisa: Frédéric Beigbeder.


Su torso desnudo, su barba y su pelo largo adornan las paredes del metro parisiense, lo que participa de una obvia y doble ironía. Porque Beigbeder tiene entre las manos La société de consommation (la sociedad de consumo) de Jean Baudrillard que analiza el afán de consumir en búsqueda de una imposible auto-definición. Pero, aun más, porque Beigbeder es el autor de una novela (que se transforma en una película) cuyo propósito es denunciar a la publicidad: 13,99 euros (Anagrama). Ahora, transforma su propio cuerpo en soporte de la publicidad. Claro que se trata de una auto-promoción para un hombre calificado por el New York Times "dandy moral", "nihilista", "malherido de la publicidad", "renegado" o "intelectual de fama".


Beigbeder es una figura entre la "beautiful people" francesa pero actuó también y con gran talento como editor, crítico y por supuesto, novelista. En mi opinión, su figura pública es insoportable pero su talento como escritor, y aun más como crítico, es obvio, de primer orden. Después de descalificarle, el New York Times reconocía que su novela sobre el atentado del 11 de septiembre, Windows on the world, provocaba una "extraña emoción". En el momento de compilar a los artistas que buscaron su inspiración en el atentado, el diario neoyorquino nombra otra vez a Beigbeder y con respeto.


Al escoger un escritor como referencia, una campaña hace años habría utilizado André Malraux, Roger Nimier, Jean Paul Sartre, para citar a personas muy diferentes en el abanico de las figuras públicas. Hoy es un hombre de publicidad, de fama, de medios de comunicación, de tertulias comerciales con fama de seductor y que acusado de "onanismo mental (y físico)" en sus libros. Cómo cambian las cosas. La pregunta principal generada por la publicidad trata del cuerpo que se ve en la figura, ¿Es el suyo? ¿Y por qué no tiene pelos en el cuerpo si tiene tanta barba en el rostro? Las preguntas esenciales.

2 comentarios:

sfer dijo...

Siempre me ha parecido muy interesante la relación entre los famosos (actores, escritores, incluso "dobladores" - ¿alguien más ha notado el aumento de anuncios de medicamentos en los que nos habla el Dr. House?) y la publicidad...

Gracias por el artículo :-)

martín gómez dijo...

Si la publicidad busca vender aspiraciones, estilos de vida y formas de ser, ¿qué mejor forma de hacerlo que recurriendo a nuestros ídolos para que queramos parecernos aún más a ellos?

Seguimos en contacto.
Un saludo.
Martín.