lunes, 30 de abril de 2007

comentarios sobre 'los venenos de la crítica'

Por su agudeza quisiera destacar algunas de las observaciones hechas por los comentaristas de libros cuyos puntos de vista recoge Germán Gullón en el artículo ‘Los venenos de la crítica’, publicado por El Cultural y reproducido aquí en la entrada de ayer.


Con respecto a las fuentes de la credibilidad del crítico:


- “Lo que el lector espera del crítico son orientaciones razonadas, no elogios vacíos ni rechazos injustificados. El lector necesita saber si vale la pena leer esa obra y por qué, y eso hay que dejarlo claro”. Ricardo Senabre.


- “Esa “capacidad de tener razón” obedece a una mezcla variable de talentos, algunos innatos y otros adquiridos, entre los cuales cabe mencionar el buen gusto, la posesión de un criterio articulado, la confianza en ese criterio, la voluntad de compartirlo y la capacidad de persuasión”. Ignacio Echavarría.


Considero que lo más interesante de la forma como Senabre y Echavarría abordan el origen de la credibilidad es que ambos hacen énfasis en la construcción de un criterio propio y en la manera como se presentan los argumentos antes que en la acumulación previa de unos vastos conocimientos en el campo de la historia de la literatura y de la crítica literaria.


Sobre la función del crítico:


- “Orientar a los otros lectores en la tarea de responderse responsablemente a la pregunta que justifica la existencia misma de la moderna crítica periodística: ¿qué leer? Importa mucho insistir en esto último, dado que la mayor parte de los suplementos literarios parecen haberse desentendido de esa pregunta, conformándose con incentivar la lectura. Por eso no existe apenas crítica en la actualidad: porque la consigna de leer (y de leer siempre los mismos libros, de la misma manera) ha desplazado a la pregunta de qué leer”. Ignacio Echavarría.


Como lo dije ayer, en muchos casos los comentaristas de libros juegan un papel fundamental para orientar a los lectores porque son los ojos a través de los cuales éstos ven la oferta que hay en el mercado editorial. Este aspecto es clave sobre todo teniendo en cuenta que si el medio en el que el comentarista escribe define según sus propios intereses —comerciales, políticos o económicos— cuáles son los libros que se deben reseñar y que si muchos de los medios que acaparan una buena parte de la audiencia pertenecen a un mismo grupo, hay un sesgo en la fuente de la información que reduce significativamente el espectro que logra captar el lector de lo que hay alrededor suyo.


Acerca de los problemas de la crítica española:


- “Perdemos en independencia: hay demasiada consideración con editoriales poderosas, por una parte, y, por otra, excesivo temor a reseñar negativamente obras de autores prestigiados —a veces producto de la mercadotecnia—, algunos de los cuales pueden reaccionar como si cada reparo puesto a su obra fuese una ofensa a su persona. En realidad, la lucha del crítico que no renuncia a su honradez se plantea contra el complejo mecanismo publicitario que desde hace medio siglo se ha ido apoderando de la creación literaria y artística, gracias al cual lo que se vende es lo que vale. ¡Qué aberración!”. Ricardo Senabre.


- “Carentes de todo proyecto cultural, como ya he dicho, los grupos de comunicación y los periódicos españoles no emiten consignas propiamente dichas a los críticos: se limitan a establecer un embrollado sistema de listas blancas y negras conforme a las cuales se hinchan o se omiten las novedades de colaboradores afines y no afines. En este punto, no vale la pena extremar la paranoia conspirativa: se trata de la más vulgar y mecánica miseria humana, con frecuencia incrementada hasta la caricatura por los intereses comerciales.

En estas dos observaciones que describen muy bien lo que está pasando en España una vez más se ponen en evidencia tanto las nefastas consecuencias de la creciente concentración de la propiedad que ejercen los grandes grupos multimedia como algunas de las prácticas a las que éstos recurren para cada vez más grandes del mercado.

1 comentario:

Camilo Hoyos G. dijo...

La "mercadotecnia" es, en esencia, esa pesadilla tanto para el lector como para el escritor. Pienso, pensando en el primer grupo, en la diferencia-si es que existe- entre "el libro más vendido" y "la calidad del libro más vendido".
"El péndulo de Foucault", por ejemplo, pudo haber sido un libro muy vendido, pero eso no implica necesariamente que haya sido uno de los más leídos. En ese mismo orden de ideas, "La catedral del mar" bien puede haber sido uno de los más vendidos y leídos, pero el lector infrecuente pensará que lo uno es sinónimo de lo otro, y luego se dará cuenta de que ese carrito de paletas tenía una música demasiado alta, pero que por dentro está vacío.
Por último: la relación entre el crítico y el escritor. Entre el crítico y el escritor que a su vez hace crítica literaria. ¿Qué tan importante debe ser para el escritor la crítica?
Wilde, cómo no, lo supo definir: "When critics disagree, the arist is in accord with himself".