viernes, 27 de abril de 2007

fórmulas / la novelita romanticona

Las historias pertenecientes a lo que llamo ‘la novelita romanticona’ se caracterizan por apelar a convenciones como la entrada del protagonista en una fase de crisis, la ruptura de éste con algunas de las personas más cercanas a él, el paso por un periodo de retiro en el que tomará decisiones determinantes y el encuentro con una persona cuya presencia le dará un nuevo sentido a su vida. Tal vez el rasgo más curioso de este tipo de novelas es que los amantes consuman su amor en París, contribuyendo a perpetuar el estereotipo que las novelitas y películas romanticonas han creado en el imaginario colectivo de que ésta es la ciudad de los enamorados—algo interesantísimo porque París es una ciudad con un aire melancólico, deprimente y desesperanzador—.

Hace un par de meses hice una entrada sobre titulada 'París y la literatura' en la que escribí lo siguiente: “sólo en las novelitas cursis hay parejas de enamorados que se despiertan una mañana soleada en una suite de hotel cuyo balcón da hacia la Place Vendôme, desayunan pain au chocolat con café en una panadería atendida por su anciano y jovial propietario, luego salen a caminar cogidos de la mano por el Sena en dirección hacia la Torre Eiffel y después almuerzan une soupe à l’oignon y une crêpe sucrée en una terraza bajo las arcadas de la Place des Vosges, donde los atiende un camarero de silueta esbelta y una mirada de esas que atraviesa la ropa”.



Advierto una vez más que el modelo que propongo, al igual que cualquier otro, no es más que una simplificación a través de la cual intento identificar elementos comunes a un grupo de obras. En esta medida es apenas lógico que en el momento de examinar cualquier obra que intuyamos que podríamos clasificar dentro de la categoría de la novela romanticona, nos encontremos con que a ésta le faltan algunos de los elementos propuestos o bien con la necesidad de añadir algunos elementos que no están en el modelo.

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