viernes, 30 de noviembre de 2007

the book design review: sus carátulas favoritas de 2007

Hace un par de semanas Joseph Sullivan publicó en The Book Design Review una entrada en la que mostraba sus carátulas favoritas de 2007. Entre las carátulas escogidas por Sullivan, las siguientes me llaman particularmente la atención:




- Like You'd Understand, Anyway, diseñada por Jason Booher

- After Dark, diseñada por Chip Kidd


***




- Unmarketable, diseñada por Rob Carmichael

- One Red Paperclip, diseñada por Kyle Kolker


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- The Worst Years of Your Life, diseñada por Catherine Casalino

- Brave New World, diseñada por Greg Kulick

jueves, 29 de noviembre de 2007

de paseo por las librerías / mesa de novedades [ 9 ]

La mesa de novedades de la Fnac del centro comercial El Triangle pone en evidencia un hecho verdaderamente lamentable al que ya me he referido en ocasiones anteriores —ver las entradas del martes 3 de julio y del viernes 6 del mismo mes—: la creciente homogeneización de la oferta en el segmento del gran público del mercado editorial.


Muchos de los sellos de los grandes grupos editoriales ya no se conforman con dedicarse a publicar en serie libros elaborados a partir de fórmulas temáticas y argumentales que han tenido cierto éxito en el mercado. La ya conocida tendencia hacia la estandarización ahora parece estar consolidándose también al terreno del diseño editorial.


La consecuencia de todo esto es que en este segmento del mercado los sellos pierden cada vez más su identidad en términos tanto de línea como de diseño editorial, por lo cual cada vez es más difícil diferenciarlos entre sí y tal vez llegará el momento en el que sea imposible hacerlo. Como el tamaño del libro, el tipo de imagen y de tipografía que se utilizan en la carátula o la composición de ésta son elementos que han perdido relevancia como rasgo distintivo, cada vez estos sellos se parecen más y el lector ya no podrá distinguirlos unos de otros. Lumen, Alfaguara, Plaza & Janes, Seix Barral o Grijalbo tienden a confundirse cada vez más.


Aunque en las grandes superficies la visibilidad de las editoriales independientes sea casi nula —salvo un par de excepciones que tienen un par de títulos en la mesa de novedades sus libros no están allí, por lo que para encontrarlos hay que irse a las estanterías—, al final ellas son las grandes favorecidas de esta tendencia hacia la homogeneización de la oferta porque su principal fortaleza consiste en la oportunidad que representa el hecho de definir una línea que les permita desmarcarse de las demás y llegar a nichos con intereses específicos que los sellos que están en el segmento del gran público normalmente no satisfacen.


Terminada la diatriba, presento el resultado de mi visita de ayer a la Fnac.


Librería: Fnac (centro comercial El Triangle)

Fecha: miércoles 28 de noviembre de 2007 (6.52 p.m.)

Algunos libros de la mesa de novedades:


- Mil cretins, de Quim Monzó


- Un día de cólera, de Arturo Pérez-Reverte


- Tierra firme, de Matilde Asensi


- Las benévolas, de Jonathan Littell


- El celler, de Noah Gordon


- Las Saturnales, de Lindsay Davis


- Contrato con Dios, de Juan Gómez-Jurado


- El códice de la Atlántida, de Stel Pavlov


- Nido vacío, de Alicia Giménez Bartlett


- Zapatos italianos (Sabates italianes), de Henning Mankell


- La sombra, de John Katzenbach


- La suma de los días, de Isabel Allende


- Vila Diamante, de Boris Izaguirre


- El Mundo, de Juan José Millás


- La carretera, de Cormac McCarthy


- Rant, de Check Palahniuk


- El ticket de tu vida, de Brendon Burchard


- El niño con el pijama de rayas (El noi del pijama de ratlles), de John Boyne


- Criptonomicón, de Neal Stephenson


- El tercer secreto, de Steve Berry


- Nombrar a los muertos, de Ian Rankin


- Fuera de un evidente destino, de Giorgio Faletti


- Agua para elefantes, de Sara Gruen


- La llave de Sarah, de Tatiana de Rosnay


- La llegada de los tres, de Stephen King


- Las cenizas del cielo, de Alma Alexander


- Juegos sagrados, de Vikram Chandra


- Un trabajo muy sucio, de Christopher Moore


- Next, de Michael Crichton


- Maridos, de Ángeles Mastreta


- Mil soles espléndidos, de Khaled Hosseini


- La catedral del mar, de Ildefonso Falcones


- Diario de un mal año, de J. M. Coetzee


- Tu rostro mañana 3. Veneno y sombra y adiós, de Javier Marías


- La ciudad sin tiempo, de Enrique Moriel


- La interpretación del asesinato, de Jed Rubenfeld


- Una novela de barrio, de Francisco González Ledesma


- El castillo en el bosque, de Norman Mailer


- Vida y destino, de Vasili Grossman


- La elegancia del erizo, de Muriel Barbery


- La emperatriz de los Etéreos, de Laura Gallego García


- La llave del abismo, de José Carlos Somoza


- El mar invisible, de Juan Cobos Wilkins

miércoles, 28 de noviembre de 2007

las listas de los mejores libros del año y su influencia tanto en la atención de los lectores como en las ventas

El fin de año parece no ser una buena época para publicar libros pero sí para venderlos. Como uno de los rituales de los medios consiste en hacer por esta época el balance de lo que ha pasado en el año, por estos días los mejores libros de 2007 constituyen un tema que empieza a ocupar un lugar fundamental en la agenda de estos.


En estos casos está claro que los medios actúan como prescriptores que al darles a ciertos libros la visibilidad necesaria para que se destaquen entre la avalancha de títulos publicados anualmente terminan no sólo por orientar la atención de su audiencia, sino también por influir en sus decisiones de compra.


Recomiendo ver las siguientes listas que circulan en medios anglosajones:


- The New York Review of Books: “100 Notable Books of 2007”

- The Observer: “That's the best thing we've read all year”

- The Guardian Books: “Books of the year”


Más adelante ya volveremos sobre este tema, que está muy relacionado con las entradas “decision making: leer tal o cual cosa” y “¿cómo elegimos lo que leemos?”.

lunes, 26 de noviembre de 2007

donde pongo el ojo... [ 12 ]



Lecturas en curso


Siete noches, de Jorge Luis Borges

Alianza editorial

Madrid, 1999


Mi recomendado de la semana


Los adioses, de Juan Carlos Onetti

Seix Barral

Barcelona, 2003


Mis libros favoritos


Nueve cuentos, de J. D. Salinger

Alianza editorial

Madrid, 2001


Me llama la atención


Cumbres borrascosas, de Emily Brontë con ilustraciones de Balthazar Klossowski de Rola (Balthus)

Artemisa ediciones

La Laguna, 2007

domingo, 25 de noviembre de 2007

lecturas de fin de semana [ 58 ] / el negocio de la adaptación de obras literarias al cine

Interesantísimo el artículo “Movie Deals", que publica la edición de esta semana de The New Yorkk Times Book Review sobre la realización de alianzas estratégicas entre las industrias editorial y cinematográfica para hacer sistemáticamente algo que se ha hecho de manera dispersa desde que el cine era muy joven: la realización de películas basadas en obras literarias.


Estas alianzas son mucho más fáciles ahora que la tendencia en la industria es hacia la conformación de grandes grupos, muchos de los cuales tienen un carácter multimedia —es decir, que intervienen en sectores afines como la televisión, la radio, la edición de libros y de publicaciones periódicas, la publicidad, la música o Internet—. Sin lugar a dudas la adaptación de obras literarias al cine les da a éstas una visibilidad enorme que termina jalonando sus ventas, llevándolas en algunos casos a entrar a las listas de los best sellers y a ubicarse incluso por encima de las novedades de la temporada.


Uno de los casos que más me ha llamado la atención recientemente es el de la película Capote, que hizo que se dispararan las ventas tanto de la biografía que hizo Gerald Clarke del escritor norteamericano como de A sangre fría y de algunos de sus otros libros. El perfume, Memorias de una Geisha, Alatriste, Tristram Shandy o El amor en los tiempos del cólera son otros casos recientes en los que la adaptación cinematográfica de una obra literaria que ha sido publicada varios años atrás termina reviviendo el interés por ésta.


Movie Deals

By Rachel Donadio


It’s high season for Oscar bait, and multiplexes are filled with literary adaptations, including the Coen brothers’ bloody take on Cormac McCarthy’s “No Country for Old Men” and Mike Newell’s film of Gabriel García Márquez’s “Love in the Time of Cholera.” Coming later this fall are big-screen versions of Ian McEwan’s “Atonement,” Philip Pullman’s “Golden Compass” and Marjane Satrapi’s “Persepolis,” among others.


Literary writers have gone west in search of greater fame and fortune at least since the days of Hemingway and Fitzgerald, and books have long inspired films. But today, some publishers are going directly into the movie business themselves. Last month, HarperCollins, a division of News Corp., announced a partnership with Sharp Independent to develop movies based on HarperCollins books. Meanwhile, Random House Inc. has teamed up with Focus Features to co-produce two to three movies a year based on fiction and nonfiction from its dozen imprints. Its first collaboration, “Reservation Road,” directed by Terry George and based on John Burnham Schwartz’s 1998 novel, played in theaters this fall.


These partnerships give publishers a bigger piece of the action than traditional film rights deals, which generally bring them little more than a publicity boost for tie-in editions. Now, Random House and HarperCollins will get a cut of the box office sales, as well as revenue from DVDs, cable TV and other media. And the authors involved will get more say in choosing screenwriters, actors and directors.


Some worry that the increasingly cozy relationship between Hollywood and publishing companies is changing expectations of literary success — and may even be changing the way novelists approach their work. These days, “most writers feel a book isn’t worthy unless it’s made into a film,” Annie Proulx said in June at a literary festival in Capri, discussing the experience of having her short story “Brokeback Mountain” adapted for the big screen. “I think people are writing their books with an eye toward wanting them to be made into a film,” she said, a development she found “dispiriting.” But interviews with a number of novelists who have worked with Hollywood suggest that the situation may be more complicated, and that the process might have given them not just a big payday but some helpful insights into storytelling.


Novelists and the movie business haven’t always been so friendly. “When I first went out to Hollywood I got the sense it was better not to mention I was a novelist,” said John Sayles, who published stories in The Atlantic Monthly and wrote a novel, “Union Dues,” that was nominated for a National Book Award in 1978 before he became a screenwriter and director. In addition to directing his own scripts for films like “Matewan,” “Lone Star” and “Honeydripper,” coming in December, he has written some 40 screenplays for other directors. Studios, Sayles quickly learned, saw novelists as “those pesky people who complain about the movie after it’s made or ‘make us waste $100,000 writing the first draft before we get a professional to take care of it.’” A lot of novelists, he said, “just take the money and run, or a lot of them take the money and complain.”


These days, Sayles said, his fiction writing is just a “hobby,” as well as a place to experiment. A novel allows for many different points of view, he noted, while in film, there are basically three: omniscient (“the shot of the house from the outside at night”), the protagonist’s (“in the closet as the chain saw cuts through”) and the antagonist’s (“through the hockey mask of the crazed killer”). And novels can expand where film has to compress. Right now, Sayles is writing a book that started as a screenplay — until he realized he’d never raise the money to produce something set in the Philippines during the Spanish-American War. (“I need a good Writers Guild strike to get a novel done,” he said.)


Other novelists say film work has given them a different sense of narrative possibilities. Schwartz, who wrote the screenplay for “Reservation Road,” said film writing had had a “disinhibiting” effect on his fiction, inspiring him to cut between scenes in a “slightly more aggressive” way. Michael Ondaatje, whose novel “The English Patient” became an Oscar-winning film, said his own experience on several documentary projects had taught him about the power of seemingly small decisions. “I recognized how intricate and microscopically small the art of editing is,” he said. “You cut something that’s the twentieth of a frame and you can make a difference in the pacing.”


Diane Johnson, whose novels include “Le Divorce” and “Le Mariage,” said her screenwriting work had given her a stronger sense of structure. Stanley Kubrick, who hired her to write the script based on Stephen King’s novel “The Shining,” was an elaborate outliner. His insistence on “getting the structure in place before you actually move to the details of a scene carried over into novel writing in a good way,” she said. “I’m not sure that novel writing in turn helps you as a screenwriter,” she added. “I think it’s more the other way.”


A film deal also helped Tom Perrotta’s career as a novelist, if not quite in the way some detractors think. When his novel “Election” was published in 1998, he said, “I got a lot of reviews that said, ‘He wrote this to be a movie,’” an idea he calls “laughable.” In fact, he had written the book years earlier, but it sat in a drawer until someone connected him with a film producer, who showed it to the director Alexander Payne, who optioned the film rights, which in turn led to a book contract. Since then, he’s had no trouble having his novels published — or filmed. He was a co-writer of the screenplay for the film based on his novel “Little Children” and has also been hired to write the film version of his new novel, “The Abstinence Teacher.” “Writing screenplays,” he said, “has the paradoxical effect of making me a more literary writer, much more conscious of what I can do in a novel that I can’t do in a script: the ease of a flashback within a flashback, how you can have immediate access to any event in your character’s life.”


Some writers, however, insist that having their novels turned into movies has hardly affected their writing at all. “I make work that is pretty resistant to being filmed, and if the film community cares to try, that’s fine with me and indicates fortitude on their part,” said Rick Moody, whose novel “The Ice Storm” was adapted by Ang Lee. “But I don’t think about the movie business while I am composing novels and stories.” Although he was in touch with the director and producer during filming, Moody said he tried to follow Hemingway’s advice, which he summarized as follows: “Drive to the border of California, throw your book over the fence. When they throw the money back over the fence, collect the money and drive home.”


Chuck Palahniuk also says he’s happy just to sit back while the filmmakers do their work. Palahniuk was working as a mechanic when his 1996 novel “Fight Club” was made into a film directed by David Fincher. “I only quit my job ... because my phone rang with personal calls all day, and I couldn’t get my real work done,” he said in an e-mail message. “On the day ‘Fight Club’ started filming, my agent sent dozens of white roses to the garage where I worked — that kind of botched my standing among the other mechanics.” In August, he traveled to New York to watch Clark Gregg shoot a film based on his novel “Choke.” “It was interesting to see everyone’s interpretation,” Palahniuk said. “Beyond that, I ate my weight in location catering and ogled during the nude scenes.”


In a recent essay for Nextbook.org, Bruce Jay Friedman summed up what may be the healthiest attitude to the hit-or-miss fiction-to-film experience. He loved “The Heartbreak Kid,” Neil Simon and Elaine May’s 1972 adaptation of his story “A Change of Plan,” about a man who falls in love with another woman on his honeymoon. But he hasn’t yet seen the Farrelly brothers’ remake, which stars Ben Stiller and was released last month. “Once again,” Friedman wrote, “there is very little for me to do except to watch the movie, take full credit for anything that’s exceptional, and to deny involvement with any parts that aren’t.”

sábado, 24 de noviembre de 2007

lecturas de fin de semana [ 57 ] / las ferias del libro de frankfurt y madrid según jorge volpi


Me gusta la descripción que hace Jorge Volpi de las ferias del libro de Frankfurt y Madrid en su artículo “Intruso en la feria”, publicado en la edición de hoy de Babelia —que, por cierto, tiene un especial dedicado a Colombia como país invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara—. Hay una frase con respecto a Frankfurt que según tengo entendido parece expresar muy bien el espíritu de la feria: ‘la literatura allí es lo de menos; importan los negocios, las citas cada veinte minutos y las copas por la noche’.


Si la de Frankfurt es una feria para profesionales de la edición, en la de Madrid las estrellas son los escritores que acuden al parque El Retiro para satisfacer la curiosidad de sus lectores.


Dice Volpi:


2 Los demasiados libros.


Los escritores tenemos nuestro infierno: la Feria del Libro de Francfort. Pocas experiencias tan angustiantes como asistir -por error- a ese gigantesco laberinto. Libros en todas las lenguas, de todos los temas, de todos los colores, de todos los tamaños. Y, para colmo, miles de "profesionales", los auténticos convidados a la fiesta: editores, agentes, publicistas, scouts. En Francfort, los lectores están prohibidos (sólo se permite mirar los libros desde lejos) y los escritores son bichos raros: a veces asiste el próximo Nobel, el ganador del Premio de los Libreros, la cohorte literaria del país o cultura invitados cada año y algún novelista o poeta despistado. ¿A qué? A sufrir frente a lo que Gabriel Zaid llama los demasiados libros. La literatura allí es lo de menos; importan los negocios, las citas cada veinte minutos y las copas por la noche. Lo mejor que autores y lectores pueden hacer en Francfort es huir. La Feria del Libro de Madrid es el caso inverso: un mercado de pulgas literario, con cientos de casetas esparcidas bajo el sol calcinante del Retiro, donde escritores enjaulados deben dedicar (o intentar dedicar) sus libros a los paseantes como si fuesen espinacas en oferta.


Tomado del artículo “Intruso en la feria”, de Jorge Volpi, publicado en la edición de hoy de Babelia.

viernes, 23 de noviembre de 2007

impresiones de francis pisani sobre kindle


En su blog Transnets el periodista francés Francis Pisani hace un análisis de Kindle a partir de su primera experiencia como usuario de este gadget. Dice Pisani:


‘Muy agradable en la cama. Lo he ensayado con Tree of Smoke, una novela reciente sobre los años sesenta, la guerra de Vietnam, etc. Interesante poder hacerse una idea tranquilamente. Kindle se lee en la cama con tanta luz como un libro normal pero no con menos. Leer sin tener que cambiar la página es un deporte delicioso. El paso de una página a otra se hace con una especie de pantalla negra criticada a menudo pero que pasa muy rápido (mucho más que cuando se cambia de página en un libro en papel).


Fantástico al sol. Hoy hacía un día soleado en San Francisco, por lo cual tuve que ensayar Kindle a plena luz del mediodía. Ningún problema. Al lado, la pantalla de mi teléfono móvil estaba totalmente gris.


Recorrer el San Jose Mercury News ha sido más agradable de lo previsto. He encontrado fácilmente cinco o seis artículos que me interesaban y he hojeado todos los titulares. Sostengo, sin embargo, que la navegación es un problema. La limitación más importante sigue siendo el precio solicitado para leer un diario (15 dólares por mes) que es descargado automáticamente en la mañana pero que no se actualiza durante el transcurso del día y que puedo encontrar gratuitamente en la Web.


Dos reservas sobre el objeto mismo: es difícil sostenerlo sin apretar involuntariamente las teclas de navegación (página siguiente o anterior). Uno se las arregla pero faltan una o dos zonas neutras para agarrarlo bien. A pesar de estas teclas que se encuentran a ambos lados, el aparato está concebido para diestros: la rueda de navegación está a la derecha y el “volumen” es más grueso (por lo tanto, más difícil de coger) del lado izquierdo.


Mi conclusión del día: una de las buenas ideas de Amazon es que el objeto no se parece en absoluto a un ordenador. Es simple y uno aprende a manejarlo muy rápido. Seguramente se pueden hacer más cosas con un nano ordenador como el EEE de Asus (también me muero de ganas de tenerlo) pero eso no remplaza un objeto concebido especialmente para leer’ (…)


Francis Pisani es uno de mis bloggers favoritos porque tiene una mirada transversal de temas como el desarrollo tecnológico y la industria que se ocupa de éste o la manera como los usuarios nos apropiamos de las distintas tecnologías. Con el mejor espíritu crítico de los franceses pero sin la arrogancia y la mala leche que suele caracterizarlos a la hora de opinar más que todo sobre los temas en los que su país ha perdido la influencia que algún día tuvo —una actitud que seguramente le debe a los años que ha vivido fuera de Francia, primero en México y luego en cerca de San Francisco—, Pisani analiza en Transnets tanto la evolución de la industria tecnológica y el impacto de ésta como los usos sociales de las nuevas tecnologías.

jueves, 22 de noviembre de 2007

tranquilos que ya viene el último harry potter en español

Hace un par de días la editorial Salamandra anunció que la séptima y última entrega de la saga de Harry Potter se publicará ‘el 21 de febrero de 2008 a las 18:30 horas’. Harry Potter y las reliquias de la muerte se lanzará simultáneamente en castellano, catalán y gallego en España, Latinoamérica y Estados Unidos.


No cabe la menor duda de que la euforia que provocará la salida del último Harry Potter en castellano, catalán y gallego replicará la que generó en su momento la edición en inglés —que salió el pasado 21 de julio—. Por lo menos en España, desde el mismo día del lanzamiento las librerías estaban inundadas de ejemplares de Harry Potter and the Deathly Hallows y mucha gente se había asegurado un ejemplar encargándolo varias semanas antes de su llegada a librerías.




El mercado hispano parlante es enorme y hace mucho tiempo que Harry Potter dejó de ser un libro exclusivamente para niños. Además, como lo dije en una entrada anterior, está todo el merchandising en torno a la saga:


‘Supongo que entonces saldrán al mercado todo tipo de objetos de merchandising para mantener vivo el interés por la saga: distintas ediciones de los libros —maletín de lujo para coleccionistas, versiones apócrifas con pasajes suprimidos a última hora, cómic, edición crítica y volumen especial con reproducciones de los manuscritos de la autora y de las anotaciones hechas por ésta en las pruebas de impresión—, el diccionario y el atlas del mundo de Harry Potter, el story board de la adaptación cinematográfica de cada tomo, la colección de películas en DVD que incluirá varios discos de escenas descartadas y de the making of, afiches y muñecos de los personajes, cuadernos, vasos, bowls y todo tipo de accesorios para grandes y chicos’.


La salida del último Harry Potter implica un cambio de condiciones a las que quienes están involucrados en el negocio tienen que adaptarse reinventándolo. Por eso en esa misma entrada me refería a las alarmas que prende la salida del último tomo de la saga ‘con respecto al rendimiento comercial de ésta una vez desparezca para siempre la expectativa de una próxima entrega de la obra de J. K. Rowling: el agente literario de la autora, las editoriales que publican la saga en los distintos países y la productora de las adaptaciones cinematográficas deben estar preparando desde ya un plan para que la historia del pequeño héroe siga generando beneficios después de la salida de la película de Harry Potter and the Deathly Hallows —que seguramente será dentro de un par de años—‘.


Ante la magnitud del fenómeno de Harry Potter, a principios de 2004 Sigrid Kraus, la editora de Salamandra, decía en un reportaje que ‘hay que mantener la cabeza muy fría. Es evidente que una inversión de este tipo implica una logística muy complicada. Hemos tratado que el éxito de Harry Potter no nos coma la editorial. Nuestra idea es mantener dos proyectos editoriales paralelos, uno con Harry Potter y otro sin él; y que ambos por separado sean viables. No queremos que todo esto nos afecte demasiado’.


Creo que tres años después de la publicación de este reportaje, por lo menos de momento para Salamandra cada vez es menor el riesgo de que Harry Potter la devore. Al fin y al cabo la editorial ya ha tenido otros éxitos que le han permitido consolidar un posicionamiento en el mercado y que al tener un buen rendimiento en ventas deben haber generado ingresos adicionales a los de Harry Potter lo suficientemente importantes para garantizar la buena salud de la editorial: me refiero a los diferentes títulos de Sandor Márai e Irène Némirovsky, a El curioso incidente del perro a medianoche, a El niño con el pijama a rayas y a Mil soles espléndidos.


Nota: para ver todas las entradas de [ el ojo fisgón ] sobre Harry Potter y la harrymanía, hacer clic aquí.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

¿un falso certificado de defunción más para el libro?

La noticia ha causado furor: ayer Amazon lanzó Kindle, un dispositivo para descargar, almacenar y leer libros en formato digital. El aparatito es más bien feo y según dicen es pequeño y delgado, pesa poco, se conecta a Internet, tiene una buena capacidad de almacenamiento y cuesta 400 dólares.


Una vez más empiezan a levantarse voces que proclaman, celebran o lamentan el acercamiento de la desaparición del libro. Debido a la rapidez con la que evoluciona, a la cantidad de recursos que moviliza y a la importancia que juega en él el capital del riesgo, el sector tecnológico es bastante proclive a la especulación. Como parece que remitirse al estallido de la burbuja de las “dot-com” que tuvo lugar hace unos años y que alcanzó su punto más crítico en 2003 implica ir demasiado lejos, pondré un ejemplo más cercano: mientras que hace unos meses todos presagiaban que el futuro de Internet estaría en Second Life, cada vez se habla menos de este mundo virtual y ahora la atención tiende a centrarse en Facebook y en OpenSocial. Ahora bien, vale la pena preguntarse hasta cuándo será así y cuáles serán las promesas de las iniciativas hacia las que en el futuro se desplace la atención.


Volviendo al tema de la desaparición del libro hay que decir que si hace unos años los profesionales del sector editorial se reunían con frecuencia a deliberar para encontrar salidas a la encrucijada que representaba para su negocio la emergencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, hoy se da por sentado que a pesar de los cambios todo nuevo soporte debe coexistir con los soportes ya existentes —tal y como ha pasado con los medios masivos de comunicación. Durante estos años ha quedado claro no sólo que el soporte digital es cómodo para la lectura de prensa, para hacer una primera aproximación al contenido de una obra o para el manejo de información de referencia —como la consignada en enciclopedias y diccionarios— y que puede ser particularmente útil para la búsqueda de datos puntuales en el campo de la investigación, sino también que hay otros tipos de contenidos para los que hasta el momento no se ha encontrado ningún soporte más apropiado que el papel. Uno de los aspectos que más me llama la atención cuando reviso las estadísticas de visitas de [el ojo fisgón] para saber cómo llegan los usuarios al blog es la cantidad de gente que lo hace mediante búsquedas de la versión digital de libros que he mencionado alguna vez.


Como objeto el libro tiene un arraigo, un valor simbólico, una ergonomía y una versatilidad de los que carecen un ordenador, Kindle o cualquier otro dispositivo. Con lo anterior no quiero insinuar que nunca surgirá un dispositivo digital que tenga la capacidad de penetración suficiente para competir con el libro —hasta ahora no lo ha habido porque ninguno de los que se han lanzado ha resuelto problemas críticos como el precio, la fuente de alimentación, el tamaño, el peso y la luminosidad—.


Lo que sugiero es que de momento la clave de esta discusión está en la coexistencia de soportes y que el lugar que consiga ocupar cada uno de ellos dependerá de la capacidad de la industria tanto de adaptarse a las circunstancias que plantean los cambios que se presenten, como de asumir los retos que estos plantean.


La industria discográfica parece ser un buen ejemplo de la coexistencia de soportes: la mayor parte de los compradores de discos no han dejado de serlo a pesar del auge de las plataformas de descarga de archivos y de los reproductores en formatos digitales porque en la música para muchas personas el contenido no es más importante que el disco como objeto. Las discográficas no se han quebrado y ahora mismo están replanteando su modelo de negocios para adaptarse al hecho de que mucha gente descarga música de Internet, la quema o la oye en línea.

martes, 20 de noviembre de 2007

sin entrada pero con el ojo bien abierto

Por motivos de fuerza mayor hoy no habrá entrada en [ el ojo fisgón ], lo cual no significa que no lo tenga tan bien abierto como siempre. La razón: se me ha ido el tiempo preparando la entrevista que le haré dentro de un rato a Jaume Vallcorba, el editor de Quaderns Crema y Acantilado.



Un dato interesante: en 1999 Vallcorba se anotó uno de sus primeros hits en Acantilado cuando editó en España Relato soñado, la novela de Arthur Schnitzler en la que se basa la película Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick.




lunes, 19 de noviembre de 2007

donde pongo el ojo... [ 11 ]



Lecturas en curso


Un dulce olor a muerte, de Guillermo Arriaga

Belacqva

Barcelona, 2007


Mi recomendado de la semana


Julius Wiedemann, editor de la colección Digital and Media de le editorial alemana Taschen


Mis libros favoritos


A Streetcar Named Desire, de Tennessee Williams

New Directions Books

Nueva York, 1947


Me llama la atención


Mil cretins, de Quim Monzó

Quaderns Crema

Barcelona, 2007

viernes, 16 de noviembre de 2007

de paseo por las librerías / mesa de novedades [ 8 ]

Abacus es una cooperativa catalana cuyas librerías se acercan más al equilibrio entre la oferta de libros literarios en catalán y en castellano que cualquier otra que haya visitado hasta el momento en Barcelona. Es por eso que en mi visita de ayer a la librería de la Abacus de la calle Balmes decidí centrarme solamente en las mesas de novedades dedicadas a libros literarios en catalán.


El aspecto que más me llama la atención de la mesa de novedades de Abacus es la gran cantidad de obras de autores catalanes totalmente desconocidos o poco conocidos en el ámbito castellano parlante —con algunas excepciones como Quim Monzó y Lolita Bosch— que coexisten en la mesa de novedades con títulos que también están circulando en castellano: se trata de traducciones tanto de best sellers —en su mayoría anglosajones— como de obras de autores consagrados que escriben en distintas lenguas.


Esta visita a Abacus me ha suscitado muchas preguntas con respecto al mundo de la edición en catalán. Supongo que aparte del balance anual de comercio interior del libro debe haber algunos otros estudios sobre la publicación, la venta y la lectura de libros en las distintas lenguas autonómicas a los que sin lugar a dudas sería interesante acceder.


Librería: Abacus (Calle Balmes, 163)

Fecha: jueves 15 de noviembre de 2007 (6.37 p.m.)



Algunos libros de la mesa de novedades:


- Insòlit somni, insòlita veritat, de Lolita Bosch


- Mil cretins, de Quim Monzó


- Combats singulars. Antologia del conte catalá contemporani, de Manuel Ollé


- L’última hora de l’últim dia, de Jordi Soler


- Barcelona amor final, de Joan Margarit


- Nus i Crus, de Josep Valls


- Un amor a cada bar, de Lluís-Anton Baulenas


- Sang calenta, de Irène Némirovski


- El retorn, de Bernhard Schlink


- La lladre de llibres, de Markus Zusak


- Com Déu mana, de Niccolò Ammaniti


- Cent anys de solitud, de Gabriel García Márquez


- El noi del pijama de ratlles, de John Boyne


- Una història de amor i de foscor, de Amos Oz


- El conte número tretze, de Diane Setterfield


- Les benignes, de Jonathan Littell


- Un petit inconvenient, de Mark Haddon


- Rant, de Chuck Palahniuk


- La interpretació del crim, de Jed Rubenfeld


- Diari d’un mal any, de J. M. Coetzee


- Sabates italianes, de Henning Mankell


- Next, de Michael Crichton


- La clau Gaudi, de Andreu Carranza y Esteban Martín


- La ciutat dels secrets, de Patrice Chaplin


- El celler, de Noah Gordon


- La cortesana, de Sarah Dunant


- Imperium, de Robert Harris


- El Pla B, de Joan Ridao


- Atrapada al mirall, de Gemma Lienas


- Mil sols esplèndids, de Khaled Hosseini


- El lobby d’Israel, de John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt


- Diari rus, de Anna Politkóvskaia


- Com el riu que flueix, de Paulo Coelho


- La ruta prohibida, de Javier Sierra


- Delators, Enric Canals


- Drecera al paradís, de Teresa Solana