buenas ventas a pesar de la extensión
La excelente acogida que han tenido recientemente tanto la nueva traducción de Vida y destino, de Vasili Grossman, como Las benévolas me parece un indicio de que es necesario matizar esa idea que tenemos tan interiorizada de que los libros largos no funcionan comercialmente.
Es cierto que tenemos poco tiempo para leer y que la televisión, el cine, los videojuegos e Internet compiten con la lectura en el uso de tiempo libre. Sin embargo, también parece ser cierto que si un libro ha sido escrito por una figura reconocida o que si recibimos una referencia suya a través de una fuente confiable es muy probable que lo leamos independientemente de su extensión.
Supongo que es ahí donde puede fallar la lógica de los departamentos de marketing de los grandes grupos editoriales, que buscan libros cuyos argumentos se ajusten a ciertas fórmulas y que cumplan con especificaciones particulares en términos temáticos, técnicos y de extensión.
Tal vez a los estudios de mercado se les escapen otros factores que inconscientemente tenemos en cuenta a la hora de escoger nuestras lecturas, gracias a los cuales les robamos tiempo a nuestras rutinas establecidas para leer mamotretos como Vida y destino, Las benévolas, 2666, Los detectives salvajes o La tentación del fracaso.
El siguiente listado demuestra que hay casos en los que antecedentes como el reconocimiento del autor, la buena acogida de la crítica o una campaña de prensa y una distribución adecuadas pueden hacer que la extensión no sea un obstáculo para que ciertos libros —independientemente de su calidad literaria— tengan un buen rendimiento en ventas:
Vida y destino, de Vasili Grossman: 1111 páginas
Las benévolas, de Jonathan Littell: 1200 páginas
2666, de Roberto Bolaño: 1127 páginas
Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño: 609 páginas
La tentación del fracaso, de Julio Ramón Ribeyro: 704 páginas
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