gabomanía
Hoy García Márquez está cumpliendo ochenta años y dentro de poco se celebrarán cuarenta de la publicación de Cien años de soledad, por lo cual en estos días todo el mundo anda con la gabomanía alborotada. Por todas partes todos hablan de Gabo: Antonio Caballero, Monsiváis, John Lee Anderson, Volpi, Paz Soldán, Ignacio Echavarría, Iván Thays y hasta la vicepresidenta primera del gobierno español.
Para empezar quiero decir que me parece detestable la actitud lisonjera tanto de los oportunistas que se creen figuras centrales en la vida de ‘nuestro querido Nobel’ porque un tío materno suyo al que ni siquiera conocieron tomaba café junto a El Tiempo cuando Gabo era poco menos que un don nadie, como de los patrioteros que se llenan la boca diciendo que García Márquez es el ‘escritor vivo más importante del mundo’. Tan detestable como la de esos escritores iconoclastas que, en lugar de dedicarse a demostrar con su propia obra lo que ellos mismos son capaces de hacer, se quedan toda la vida demeritando el trabajo de quienes al contribuir a la fundación de tradiciones han hecho aportes realmente importantes a la literatura.
Y como intento ser ecuánime, sólo diré que opino que García Márquez es un gran escritor; que odio que me pregunten si me gusta más que Borges porque pienso que son dos autores incomparables pero que, no obstante, la lectura de ciertos textos de cada uno de ellos me produce un entusiasmo similar; que su fascinación por el poder hace que me resulte una figura pública insoportable; que no me aguanto a sus aduladores; que aunque los cuentos de Ojos de perro azul me parecen excesivamente herméticos tienen una atmósfera que me atrae y me seduce; que la crítica que equipara Colombia con Macondo me produce sentimientos encontrados; que me encanta su obra periodística, sobre todo la de esos primeros años en la costa; que considero que Cien años de soledad es una novela sorprendente; que un día no muy lejano me gustaría sentarme a leer El otoño del patriarca; que me parece que Crónica de una muerte anunciada es una novela perfecta; que El amor en los tiempos del cólera me fascina desde el epígrafe mismo de Leandro Díaz; que nunca me han dado ganas de leerme ni Del amor y otros demonios ni Memorias de mis putas tristes; que me da repelús cada vez que alguien tiene la genial idea de terminar un texto afirmando que “las estirpes condenadas a cien años de soledad” no tendrán “una segunda oportunidad sobre la tierra”; y, finalmente, que aunque no soporto lo que García Márquez representa como figura pública, el conjunto de su obra me parece admirable.
2 comentarios:
Afortunadamente a los habitantes de Aracataca les dio mamera salir a votar para que su población pasara a llamarse "Macondo." Artículo certero!!!
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