jueves, 15 de marzo de 2007

eliminar el ruido en tiempos de sobreproducción

Según la UNESCO, en todo el mundo cada año se publican alrededor de un millón de títulos nuevos —un tema cuyas consecuencias problematiza el escritor mexicano Gabriel Zaid en un interesante ensayo llamado Los demasiados libros. Por otro lado, el informe The Expanding Digital Universe que presentó la semana la consultora IDC concluye que en 2006 se generaron 161 millones de gigaoctetos —de los cuales sólo 40 corresponden a versiones originales, de manera que los 121 restantes son copias de éstos—. No cabe duda de que a esta situación han contribuido no sólo nuestro afán de acumulación y nuestra negligencia a la hora de establecer criterios que nos permitan establecer qué es lo que verdaderamente vale la pena conservar, sino también la disminución significativa del precio de los dispositivos de almacenamiento de información.


Ante un panorama en el que lo que prima es la sobreproducción de contenidos, el problema primordial ya no es poder acceder a éstos sino tener la claridad necesaria para estar en capacidad de definir unos criterios que nos permitan filtrar aquello que verdaderamente satisface nuestras necesidades y expectativas —de información, de formación o de entretenimiento—. Esto significa que para eliminar el ruido debemos enfrentarnos a diario al reto de identificar no sólo nuestros intereses y necesidades, sino también las fuentes que mejor los satisfacen porque de lo contrario terminaremos por intoxicarnos debido al exceso de información inútil que no hace más que confundirnos. Afortunadamente el hecho de que el mercado esté fragmentado en nichos cada vez más específicos hace que todo sea más fácil tanto para los productores como para los consumidores de contenidos.

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