notas sueltas [ 3 ] / la crisis de la prensa escrita y reseña de un beso de dick en el ojo en la paja
Hace unos días durante una cena Cinthya nos contaba con tristeza que recientemente la redacción de Público, el diario en el que Matiana y ella trabajaban hace unos años en Guadalajara, había quedado reducida a ocho personas. Muy lejos parecen estar aquellos tiempos en los que el equipo de la sección de Cultura al que ellas pertenecían contaba con siete personas y en los que la redacción del periódico tenía una plantilla de alrededor de cien periodistas.
‘No hay día más triste que el del cierre de un periódico’, se lamentaba Cinthya. ‘A mí ya me tocó una vez y ese día juré que nunca más volvería a trabajar en uno. Y miren, de ahí salí directo para Público’.
Como yo no compartía la nostalgia de Cinthya, mi intervención en la conversación se redujo a comentar esta foto que había visto justo el día anterior en Boing Boing.
Las noticias que nos llegan del mundo de la prensa escrita no son nada alentadoras: desaparición de diarios centenarios, disminución del número de páginas, congelamiento de los salarios, precarización de las condiciones laborales, despidos, eliminación de suplementos culturales de la edición impresa, etc. Después de que The New York Times tuvo que vender su sede cualquier cosa puede pasar.
Los periódicos perdieron hace un tiempo el monopolio de lo que André Schiffrin llama “el control de la palabra” y parecen haber sido los últimos en enterarse.
Me gusta lo que Alejando Peláez dice en su blog sobre el estado actual de la prensa escrita.
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El pasado martes 17 de marzo Camilo Jiménez publicó en el ojo en la paja una reseña buenísima de una de las novela más lindas que yo he leído: Un beso de Dick, de Fernando Molano.
Al final de su reseña Camilo anota que Un beso de Dick ganó la segunda edición del premio de novela de la Cámara de Comercio de Medellín. En 2000, cuando Molano ya había muerto, la novela fue reeditada en Bogotá por Proyecto editorial —llamada luego Editorial Babilonia—. Todo parece indicar que buscando con cuidado todavía se puede encontrar por ahí algún ejemplar de Un beso de Dick.
Yo le doy las gracias a Camilo porque con su reseña saca del olvido esta novela en la que un muchachito de 16 años llamado Felipe narra el inicio y el desarrollo de su romance con su amigo Leonardo.
En el último párrafo de su reseña dice Camilo:
‘Se pregunta uno: y si [la novela] estuviera enfocada con la misma intensidad en un cataclismo de amor semejante, pero heterosexual, ¿nos mantendría tan pegados a sus páginas? ¿Nos conmovería igual? ¿Habrá que hablar, entonces y contra la voluntad, de una “literatura homosexual” u “homoerótica”?’
Este comentario desató en “el club de conversación” de el ojo en la paja una discusión en la que algunos lectores habituales sentaron sus posiciones, en ocasiones polémicas pero siempre respetuosas, con respecto a este tema y al valor literario de Opio en las nubes —que, al igual que Un beso de Dick, es una novela de culto para ciertos lectores colombianos—.
6 comentarios:
¿Por qué cada vez que se habla de literatura colombiana contemporánea se términa discutiendo si Opio en las nubes es buena o mala?
Comienzo a pensar que se habla tanto de ella que su impacto cultural la está convirtiendo en parte del canon colombiano, a pesar de los horribles comentarios de mis profesores de literatura de Los Andes.
Con el primer tema, me siento como tu amiga. Aunque no he trabajado periodismo cultural, si laboro como periodista de actualidad en un periòdico de mi país y estas noticias hacen pensar y entristecen. La crisis nos pega y no sólo es económica sino contextual.
Los medios, quizás, tomaron medidas muy tarde y como siempre los segmentos culturales son los primeros en pagar la factura. En mi país los suplemento culturales son cosas del pasado.
Del segundo tema no digo nada porque nada conozco. Aunque me gustaría leer esa novela.
Gozque, me parece que Opio en las nubes no es más que un lugar común entre lectores poco exigentes que se dejan seducir fácilmente por los fuegos artificiales...
Argénida, de acuerdo con el carácter de la crisis. Vamos a ver si los medios convencionales se espabilan o si se quedan dando palos de ciego.
Supongo que desde tu posición de periodista debes tener mucho que decir al respecto.
Seguimos...
No había visto este generoso comentario, Martín. Para mí fue un placer absoluto leer después de los años la novela. Y concuerdo contigo: es de las más lindas que pueda uno leer. Gracias y un abrazo.
Camilo, increíble que una novela tan buena esté pasando de agache en la historia de la narrativa colombiana contemporánea.
Si el consejo de lectores como tú no contribuye a sacarla del olvido, quedémonos con Mauricio Vargas y Efraim Medina y apague y vámonos.
Un abrazo.
Martín.
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