jueves, 17 de julio de 2008

recuerdos de la barcelona preolímpica: ramblas, quioscos y libros

En el número de julio – agosto de la edición española de Esquire he encontrado un bonito texto titulado ‘Del pan y vino al sushi de diseño’ en el que el escritor Javier Pérez Andújar habla sobre el contraste entre la Barcelona preolímpica y la actual. Cuentan quienes crecieron en la ciudad y quienes llegaron aquí antes de los Juegos Olímpicos de 1992 que esa Barcelona cosmética y de diseño que conocimos los que llegamos hace poco, que tanto fascina al visitante y de la que hablé en una entrada anterior es algo reciente.


En su texto Pérez Andújar define en una frase contundente la transformación que ha sufrido esta ciudad: ‘En Barcelona el cambio más notable a raíz de los Juegos Olímpicos ha sido el desplazamiento de lo popular por lo masivo’.



Pérez Andújar destaca un detalle que desconocía sobre esa Rambla donde viví allí durante un año y medio y que me llamó la atención:


‘Las Ramblas eran el libre, el constante ejercicio de la lectura, pues sus quioscos estaban abiertos todos los días del año, las veinticuatro horas, y en ellos se vendían periódicos y… libros. Las Ramblas han sido uno de esos extraños sitios del mundo en que una persona puede comprarse un libro a las cuatro de la mañana, en los que un muchacho que andaba de vuelta a casa podía encontrar, en medio de la calle, una pléyade de libros económicos, de libros de bolsillo, y el caso es que resultaba muy difícil pasar junto a esos quioscos sin comprarse ningún libro.


Pero en los años ochenta los libros fueron remplazados por revistas y películas pornográficas, quizá porque la impudicia del sexo es más llevadera. Por supuesto, ya hace tiempo que no se venden libros en los quioscos de las Ramblas. Pero, además, desde hace unos meses estos quioscos han determinado cerrar a la noche, pues se ve que a esas horas no les colocan un periódico, una revista erótica, y tal vez tampoco una postal de la Torre de las Aguas, una foto de la Sagrada Familia, un retrato de Copito de Nieve, ni a la riada de turistas que baja por las Ramblas, ni a los lateros paquistaníes que los abordan con sus bolsas de plástico llenas de bebidas, y que son los dos principales grupos sociales que componen la infranqueable densidad humana de las Ramblas. A las Ramblas ya no les gusta ir a los barceloneses. Las Ramblas están más cerca hoy de Lloret de Mar, que de Barcelona. Barcelona, ciudad de Ramblas sin barceloneses, y de Ramblas sin libros, y de Ramblas sin quioscos nocturnos’.

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