viernes, 23 de mayo de 2008

¿para qué una feria del libro?

El editor colombiano Nicolás Morales escribió en el pasado número de la revista Arcadia una columna titulada “La nueva Feria del Libro”, en la que dice lo siguiente con respecto a la iniciativa de replantear el esquema de la feria de Bogotá:


‘Preocupadas por el declive en el porcentaje de percepción favorable que el público tiene del evento, y por unos indicadores de gestión que no abandonan la zona de las barras rojas, Corferias y la Cámara del Libro han decidido cambiar las reglas de juego buscando revitalizar esa sorprendente explosión bibliográfica que constituye nuestra Feria del Libro. Para ello convocaron a una junta de expertos que, tras analizar un sinnúmero de cuadros estadísticos y realizar algunos estudios conductuales en torno a la relación social propaganda-lucro-lectura, formularon algunas recomendaciones al comité organizador que, en este momento se están discutiendo en las reuniones’.



Según Morales, las recomendaciones de la junta de expertos son las siguientes:


- ‘Prohibidos los escolares


- No habrá stand sin libros


- No se invitará más a Ruanda ni a Bután


- Que Uribe* no inaugure la Feria


- Que vengan escritores y no Chespiritos


- Por favor, no sigan haciéndonos creer que Laura Acuña** es una intelectual’


La verdad es que no veo cómo las medidas propuestas por estos expertos pueden contribuir a que los indicadores de gestión de la Feria del Libro de Bogotá abandonen la llamada “zona de las barras rojas”. En un evento como una feria del libro es necesario distinguir entre la búsqueda del rendimiento económico, el impacto comercial, la dimensión cultural, el showbiz y las movidas políticas, que son aspectos bien distintos pero que querámoslo o no están estrechamente relacionados.



Supongamos que en la Feria del Libro de Bogotá se erradican ‘los ejércitos de jóvenes que, con la excusa de un baño de cultura, corren y desordenan un evento que no esta muy pensado para ellos’, así como la burocracia estatal, las organizaciones de beneficencia y los institutos de enseñanza del inglés; que el país invitado es Alemania; que la feria la inaugura Noam Chomsky en lugar de Uribe; que los autores de libros de autoayuda son sustituidos por John Updike y Ricardo Piglia; y que se les prohíbe a JLo*** y a Britney Spears ir a firmar sus poemarios y memorias. Vale.


¿Se va a recaudar más dinero en taquilla y van a vender más los editores si a la feria no asisten figuras políticas y mediáticas? ¿Harán China o el Reino Unido el esfuerzo de montar un buen pabellón si siguen sin tener una razón particular para hacerlo?


Colombia es un mercado editorial que por su tamaño está en capacidad de hacer una feria importante en el circuito iberoamericano y un par más con peso en el ámbito nacional. Sin embargo, para revitalizar la feria es más importante definir su naturaleza y su propósito que a quién se le da y a quién se le niega el derecho de admisión.


Al final el resultado de los indicadores de gestión depende de que los asistentes encuentren en la feria aquello que buscan —a quienes van a Frankfurt no necesariamente les interesa ir a Londres, a Guadalajara, a Chicago, a Madrid o a Buenos Aires—.


* presidente de Colombia

** modelo y presentadora de televisión

*** estrella de origen puertorriqueño y esposa del cantante Marc Anthony

9 comentarios:

Roberto Angulo dijo...

Yo dejé de ir a la feria del libro por varias razones:

1) Los grandes escritores colombianos que iban a la feria se murieron (Rojas Herazo, Fernando Charry Lara, Germán Espinosa, RH Moreno Durán, entre otros).

2) Expulsaron a los libreros.

3) Me di cuenta que las editoriales quieren estacionalizar el consumo de libros. La cosa es más o menos así:

3.1) Al expulsar a los libreros las editoriales se libran de la guerra de precios en plena feria. Aspecto que los ponía en apuros. Un libro en el Alfaguara valía en promedio 40 mil pesos, en los libreros podía estar a 5 mil. La guerra de precios no era adminisble para las grandes editoriales, les generaba incertidumbre una vez iniciada la feria, esto no es otra cosa que el temor típico de las firmas con poder de mercado: la incertidumbre y la especulación. Los oligopolios, una vez lo son, optan por la certeza del mercado, son carteles técnicamente hablando.

3.2) Las familias van con su carrito de supermercado y compran libros una vez al año en los stand de editoriales, esto es: "estacionalizar el consumo", la estacionalización del consumo en la feria incrementa el poder de mercado. Las editoriales, una vez expulsan a los libreros, reciben a los consumidores dispuestos a realizar su "compra anual" de libros.

Todo lo anterior, se traduce en un escenario cargado de mediocridad y aburrimiento. Altos precios, poca variedad y abundancia de la mala calidad. En un stand de Planeta miles de libros del mismo autor y del mismo título (pésimos casi todos) ocupando anaqueles, a precios altos, fijados con poder de mercado, sin posibilidad de variedad de precios y sin la posibilidad de recibir recomendaciones de uno que otro buen librero que todavía existe.

Prefiero ir a la Lerner, almorzar con mi papá los domingos e intercambiar títulos (y libros) o leer de vez en cuando el Ojofisgón.

martín gómez dijo...

Hummmmmm, qué interesante... Y bien clarito.

Ahí es cuando me entusiasma el análisis desde una perspectiva económica, Angulo.

Roberto Angulo dijo...

La economía sirve para entender los rasgos más generales y típicos de la condición humana y de los mercados, los últimos una creación y reflejo de ésta. Los libreros también tienen su tumbao...después analizamos sus mañas.

martín gómez dijo...

¡Esa vaina!

Javier Moreno dijo...

¿No es medio obvio que el artículo comentado cae dentro del próspero género del "humor clasista bogotano" con el que la Revista Soho ha logrado tanto?

Quiero decir: ¿Para qué darle importancia a algo tan pobremente escrito y con un sentido del humor tan ramplón?

Triste que Arcadia también caiga en ese tonito.

martín gómez dijo...

Claro, parece que en el ámbito "cultural" colombiano no se pudiera concebir una crítica sin recurrir al sarcasmo fácil.

Roberto Angulo dijo...

De acuerdo, nada más patético que una ironía disparada sin puntería.

Camilo Jiménez dijo...

1. Creo que la mira de la Cámara Colombiana del Libro no debería ponerse en aumentar las cifras (los "indicadores") de visitantes sino en aumentar la calidad, tanto de las presentaciones como de los expositores, de los negocios, del entorno general de la feria.

2. Los ejércitos de culicagados no sirven sino para atosigar a vendedores y compradores, porque ellos no van a ver libros o a "sensibilizarse frente al libro y la lectura" (o como quieran ponerlo desde los discursos oficiales): van a hacer la pendeja tarea que les pone el profesor de español y a capar clases.

3. Se ven cosas ridículas en la feria de Bogotá, como el stand "El Coleccionista" (por poner un solo ejemplo, los casos son muchísimos): un señor que vende billetes, estampillas, monedas y cuanta chuchería existe, menos libros. A ver, ¿si uno lee es un ñoño que colecciona estampillas? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

4. En sus propias palabras, la última película que vio Fujimorito fue "El llanero solitario". ¿Ha dicho alguna vez cuál fue el último libro que leyó? Ni siquiera. Seguramente el catecismo de Astete. No tiene nada qué hacer ese señor en una feria del libro. Más bien que ponga a sus genios a diseñar estrategias para bajarle el precio o favorecer los libros desde el punto de vista arancelario o tributario. Pero ni lo uno ni lo otro, y eso sí, hable harta paja en las inauguraciones. }

A mí las propuestas de Morales Thomas me parecieron acertadas. O al menos, para pensarlas, darles vueltas.

martín gómez dijo...

Sí, Camilo, de acuerdo. Pero tengo la impresión de que, como sucede a menudo, una vez más el diagnóstico se limita simplemente a detectar los síntomas pero no sus causas y que tampoco propone soluciones que contribuyan a que los resultados sean mejores.

¿Qué tipo de feria quieren Corferias y la Cámara Colombiana del Libro? ¿Una como la de Frankfurt, como la de Guadalajara o como la de Madrid? Se trata de modelos bien distintos, cada uno de los cuales tiene sus objetivos y su público específicos. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en el circuito internacional estas ferias juegan un papel que la de Bogotá no.

No sé si el problema sea que se están midiendo los resultados de la feria de Bogotá con base en unos parámetros y en unas expectativas que no corresponden a la naturaleza de ésta.