el sector editorial y the long tail
¿Cómo abordar el sector editorial aplicando el modelo de la larga cola —en inglés “The Long Tail”—?
Ésta es una pregunta que me da vueltas en la cabeza desde hace un tiempo y que a finales de la semana pasada comenté superficialmente con Andreia Moroni, quien me envió unas citas interesantes de una intervención de Chris Anderson en Brasil. Algunos de mis bloggers favoritos como Francis Pisani y Enrique Dans han comentado en muchas ocasiones las implicaciones de la larga cola en una economía basada en los servicios y en Internet pero no recuerdo haber visto hasta el momento ninguna explicación detallada de la manera como este fenómeno repercute sobre el sector editorial —quienes sepan de alguna, por favor envíenme la referencia—.
La versión de Wikipedia en inglés define la larga cola de la siguiente manera:
‘The Long Tail (as a proper noun with capitalized letters) was first coined by Chris Anderson in an October 2004 Wired magazine article to describe the niche strategy of certain business such as Amazon.com or Netflix. The distribution and inventory costs of those businesses allow them to realize significant profit out of selling small volumes of hard-to-find items to many customers, instead of only selling large volumes of a reduced number of popular items. The group of persons that buy the hard-to-find or "non-hit" items is the customer demographic called the Long Tail’.
¿Será en parte gracias a la existencia de la larga cola que hoy en día las editoriales pequeñas y medianas encuentran su lugar en el mercado y consiguen mantenerse a flote a pesar de la creciente concentración de la propiedad en esta industria y del modelo económico de los grandes grupos? ¿La larga cola incentiva la coexistencia a largo plazo de estos dos modelos de empresa editorial? ¿Tienen los pequeños editores razones suficientes para ser optimistas en este momento?
Tiendo a creer que sí aunque no sé si tenga los argumentos necesarios para hacerlo. ¿Alguien los tiene? Supongo que el tema es más complejo de lo que parece pero el caso de algunas editoriales cuyo catálogo se dirige a nichos pequeños conformados por lectores con intereses muy específicos, que tienen una estructura pequeña, que publican entre 6 y 10 títulos al año y que tienen un buen distribuidor me da razones para creer que no estoy del todo perdido y equivocado.
Nota: las negrillas son mías
10 comentarios:
No hace falta volverse loco con las etiquetas y descripciones al uso en el marketing anglosajón (digo yo). Lo que hacen las pequeñas editoriales es cubrir las necesidades culturales y de ocio de un público lector que el resto de editoriales "masivas" no cubren, diversificando su oferta (porque la demanda es tan potencialmente diversa como lo son los individuos y las sociedades complejas) y adaptando su producción al volumen potencial de ventas, que es más reducido porque la diversidad se concreta en una suma de demandas distintas y específicas.
Lo que me intriga más a mí son los efectos socioculturales de la diversificación de los productos en el mercado, como estímulo del crecimiento y desarrollo cultural de una sociedad; aquello de que a más variedad de lectura disponible, más atracción siente la gente por la lectura (por aquella lectura que le ofrece un estímulo, no por la masiva, pensada para domar sus gustos y explotar su ignorancia o indefensión.
Muy interesante, Silvia.
Una pregunta: ¿los informes sobre índices de lectura se ocupan de esos efectos socioculturales de la diversificación de los productos en el mercado?
Seguro ya vio esto, pero por si las moscas.
Sí, pero en todo caso mil gracias.
Martín: así es. Hay trabajos orientados a la ecología de la cultura, en el sentido de que la diversidad (y la diversificación de la oferta) favorece el crecimiento cultural de la población.
Te dejo un trabajo que contempla esta perspectiva:
"Sociedad lectora y bibliodiversidad" (descargable en la página de Dialnet:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1332499 )
Te comento también que, generalmente, la perspectiva de la ecología cultural contempla también la diversidad lingüística como elemento de riqueza cultural, con potencial de atracción lectora.
¡Mil gracias, Silvia! Ya mismo le echaré un ojo al artículo.
Saludos.
Martín.
Martín: quizás el libro ha sido siempre un negocio de larga cola y quienes analizan desde la óptica del consumo no han sido capaces de constatarlo. El libro siempre ha tenido la parte más importante de su base como industria en pocas ventas de muchos. Basta para ello quizás analizar cuáles son los umbrales mínimos de rentabilidad para otros productos o soportes medidos en función de usuarios o compradores.
Gracias, Txetxu. Con contribuciones como la tuya voy reuniendo los elementos necesarios para despejar mis dudas y entender mejor este tema.
Seguimos en contacto.
Martín.
Lo curioso del caso de las editoriales pequeñas o "independientes" es que su negocio no es el de "pocas ventas de muchos" sino el de "pocas ventas de pocos (y muy bien escogidos)". Desde que oí hablar del concepto de larga cola, a mí también me llama la atención. Creo que las editoriales pequeñas son muy conscientes del mismo, y que por eso son mucho más receptivas a abrirse a Internet y las herramientas que proporciona la web social: es el mejor modo de encontrar a ese pequeño nicho de población interesada en sus productos...
Tienes toda la razón, Sfer. Tengo la impresión de que debido tanto a su tamaño como a la conciencia de sus limitaciones, las pequeñas editoriales son más flexibles y más permeables a las nuevas condiciones del entorno.
Seguimos...
Martín.
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