martes, 16 de junio de 2009

bloomsday




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˜ 7.23: me despierto con dolor de garganta, me acuerdo de que tengo que enviarle a Aurélie las indicaciones para que llegue mañana a mi casa y pienso en el post que tengo que escribir. Dormito un rato más.

˜ 7.41: el dolor de garganta vuelve a despertarme.

8.00: suena la alarma. Me quedo un rato más en la cama.

8.07: me pongo una camiseta, camino hacia el salón dándole forma al post que voy a escribir, prendo el computador y mientras Windows carga voy al baño, abro la boca y me echo siete u ocho shots de Chloraseptic de cereza. Me sirvo un vaso de agua y me toma una pastilla de Doctril de 400 miligramos.

8.11: reviso mi correo, empiezo a escribirle a Aurélie un mensaje titulado "adresse + indications + plan" con las indicaciones para que llegue a mi casa desde el aeropuerto de Girona, escaneo blogs y verifico que la mayoría de las cosas que le he escrito a Aurélie sean gramaticalmente correctas. Como estoy en el computador de Ana, busco en mi correo el mapa de mi barrio que siempre les envío a quienes vienen de visita (MAPA_CASA_MARTÍN.JPG) para enviárselo a Aurélie. La garganta sigue doliéndome.




8.41: termino el mensaje de Aurélie y se lo envío. Como nunca nos hemos escrito a nuestras direcciones de correo, por si mi mensaje le llegó a la carpeta de spam le escribo en su muro de Facebook diciéndole que acabo de enviarle mi dirección, las indicaciones para llegar a mi casa y el mapa. Todavía me duele la garganta y tengo la sensación de haber perdido una hora de trabajo. Tengo un sentimiento de frustración insoportable.

8.43: voy a la cocina y pongo a hacer café.

8.47: empiezo a escribir el post en el que he estado pensando desde ayer. Todo sale rápidamente. Una vez lo termino le echo una leída y sólo encuentro un par de errores pendejos que corrijo en un plis-plas. No me lo creo. Pienso que debo estar medio zombie, así que lo releo una vez más. Igual. Sólo me faltan las imágenes pero como el compu de Ana no tiene Photoshop guardo el post, aprovecho para buscar algunas en Internet y cuando las encuentro me las envío por correo para retocarlas en cuanto llegue a mi casa.

9.17: Ana se levanta. Está mejor que ayer. Dice que tiene calor. Sirvo el café para los dos. Mientras mira su correo yo me siento en el sofá a no hacer nada y cuando termina cambiamos de puesto.

9.36: contesto un par de mails, le echo la primera revisada del día a El País, paso derecho por la primera página y leo con más cuidado los posts de blogs que hace un rato he marcado como no leídos.

9.48: reviso por última vez un documento que había quedado en enviarles a Margarita y a Pablo, les escribo un mensajito escueto porque no estoy para chistes tontos, adjunto el archivo y aprieto en el botón "Enviar".

10.03: tengo la sensación de que ya he cumplido con mis metas de la primera parte de la mañana, así que me voy a la cocina a lavar los platos de la cena de anoche. En aproximadamente ocho minutos dejo la cocina cuasi impecable.

10.22: Ana se mete a la ducha. No sé en qué momento dejó de dolerme la garganta pero ahora mismo me siento como si nada. Veo que Cynthia, Miquel y Javier ya empezaron a hacer los reportes de su Bloomsday y me da una rabia terrible y otra vez esa sensación de frustración de hace un rato porque ellos deben estar pasándosela bomba y yo con todo lo que tengo que hacer no voy a tener tiempo de escribir nada en todo el día.

10.38: creo que a Ana se le está haciendo tarde para su cita. Yo ya tengo todo listo para irme a trabajar a mi casa. El día está como nublado y hay bochorno. Pienso en el trozo de melón que me voy a comer cuando llegue a mi casa y en la ropa que tengo que echar a la lavadora.

10.55: salimos de la casa de Ana. Bajamos juntos por la calle Lepant y a la altura de Indústria nos separamos. Ella se va con paso firme y yo sigo bajando a ritmo pausado como quien más bien no quiere llegar a ningún lado. Tengo ganas de llegar a trabajar. Si me rinde tanto como hace un rato quizás alcance a reportar alguna cosa de mi Bloomsday.

11.28: llego a mi casa, prendo el computador, echo la ropa a la lavadora y me meto a la ducha. Mientras me visto me como un trozo de melón enorme, añado las imágenes al post y lo publico. Cuando entro a Facebook encuentro respuestas entusiastas de Elena, Patricia, el Camarada Juan Pablo y Jota a mi estatus: "bloomsday".



12.03: como Camilo Hoyos es un fan de Stephen Dedalus, le escribo enviándole la convocatoria de Javier para el Bloomsday para ver si se anima a hacer algo. Creo que le parecerá una buena idea. Un rato después Camilo me responde contándome de su viaje a Berlín y me confirma que dentro de un par de semanas se va a París por tres meses. Quedamos en hablar el viernes para vernos este finde.

12.15: me pongo a escribir una entrada sobre mi artículo "Las librerías independientes en Colombia", publicado en el número 8 de la revista Texturas. Una vez la publico se me pasa el agobio que tengo desde la mañana y decido abrir una nueva entrada titulada "bloomsday" para matar la frustración. Tomo un par de fotos de mi escritorio, le plagio a Andresito una foto que tomó en la Martello Tower y sigo las instrucciones de Javier.




13.45: intercambio un par de mails de trabajo con Patricia. Cito textualmente su última respuesta:


'¡Gracias, Martín!

Fdo.: Molly'.


15.23: a pesar del hambre llevo una hora larga evitando la pausa del almuerzo hasta que el dolor de cabeza me impide seguir haciéndolo. Cuando estoy metiendo una pizza al horno me doy cuenta de que se me olvidó sacar la ropa de la lavadora. Mientras la pizza se calienta cuelgo la ropa en el tendedero. Cuando termino llego a la conclusión de que si colgar la ropa me hubiera tomado tres minutos más habría terminado achicharrándome.

16.02: me echo en la cama a leer un rato. Ana me llama y me da una mala noticia. Quedo angustiado e intento seguir leyendo para no comerme el coco. Veinte minutos más tarde me siento a escribir un informe, que es la única forma de tranquilizarme que encuentro.

16.34: aunque no es el postre más apropiado para una tarde caliente de verano, el chocolate siempre es una buena droga contra la ansiedad. Hay dos alternativas: Kit Kat y Chocolatina Jet. Nada que hacer: Kit Kat. Me devoro las cuatro barritas en menos de cinco minutos y al final me chupo las yemas del pulgar y del índice de la mano derecha, que terminan todas untadas de chocolate derretido.

17.02: me meto a la página de eDreams para comprar un tiquete de avión para un viaje importante que por ahora es semisecreto (en realidad es semipúblico: casi toda mi familia ignora que lo haré y en principio seguirá haciéndolo por lo menos durante unas semanas más). Encontrar el tiquete para las fechas que quiero y al precio que necesito es más fácil de lo que esperaba. Reviso una y otra vez las fechas y horas, el itinerario, mi documento de identidad, los datos de mi tarjeta y todo lo demás. La compra del tiquete me deja ansioso. Más adelante daré más detalles sobre el viaje.

18.15: el computador se traba. Lo reinicio por las malas. En lugar de la pantalla de entrada a Windows me aparece un proceso de verificación del sistema operativo que avanza lentamente. Me asusto. Hago un barrido mental para ver qué perdería en caso de que mi computador se dañara y me doy cuenta de que tengo un back up de ayer. No hay nada que temer. Lo peor que me puede pasar es que tenga que pagar 150 euros por el arreglo del computador y pedirle uno prestado a alguien. Decido que mientras termina la verificación del sistema operativo voy a ir a La Sirena a comprar arepas rellenas de queso y helado de crema catalana para aprovechar el tiempo haciendo algo productivo. A ver si los del servicio técnico de la Fnac me entregan rápido mi MacBook porque el regreso inesperado al mundo PC ha sido una verdadera tortura. Bueno, lo que pasa es que mi Dell ya está bastante disminuido tras cuatro años y medio de uso ininterrumpido. Tampoco puedo esperar de él mucho más de lo que me da.

18.52: regreso de La Sirena con un paquete de arepas rellenas de queso y dos helados de crema catalana. Seguro que a Ana le va a gustar la sorpresa. El computador está listo para empezar a trabajar. Empiezo a hacer mi reporte de mi Bloomsday. Escribo y escribo sin parar.

20.47: Ana ya debe venir en camino pero no me ha llamado. La llamo pero su teléfono me manda a buzón. Le dejo un mensaje. Cuelgo y a los dos segundos me llama al móvil para decirme que ya viene en camino. Sobre la mala noticia que me dio hace un rato me dice que la cosa ya no es tan grave como parecía al principio. Se corta la llamada. Yo quedo más tranquilo y contento de que ya esté por llegar.

21.01: llega Ana. Le abro la puerta y me siento a seguir escribiendo como un maniático. Le cuento lo que estoy haciendo. Ambos tenemos hambre. Yo tengo ganas de comer ensalada así que me invento una sobre la marcha. El invento resulta ser un desastre pero se deja comer. ¿Cómo puede una ensalada ser un desastre? Ana me dice que es la primera vez que no le gusta algo que le hago de comer. Siempre hay una primera vez.

22.17: Ana se mete a la cama a ver House. Desde el escritorio yo oigo lo que van diciendo y de vez en cuando volteo a mirar hacia la tele. Escribo un rato más hasta que me canso. Y ahora el postre: helado de crema catalana en la cama alternando entre House y Operación Triunfo.

˜ 23.37: como siempre, me quedo dormido. Ana me despierta entre risas. Hace mucho calor y vuelvo a tomarme los medicamentos para evitar que vuelva a darme dolor de garganta. Los vecinos del edificio de enfrente están peleando otra vez. Hace dos días ella le había dicho a él que iba a dejarlo. Ella grita y grita. Nos damos cuenta de que ella está sola y de que la pelea es por teléfono. Descubrimos que él se llama Álvaro. Yo le digo a Ana que pobre tipo por tener que aguantarse la gritería de ella. Y así se va acabando el día y a pesar del calor yo vuelvo a quedarme dormido.


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(Foto de Andrés Lombana)

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En construcción

(Más información)


4 comentarios:

Javier Moreno dijo...

Me gustó mucho.

martín gómez dijo...

Me alegra. Escribir este texto fue un ejercicio más bien terapéutico...

Portnoy dijo...

Será terapeútico pero has sabido combinar lo cotidiano con lo narrativo... y eso no es fácil.
Gracias por colaborar... ha sido un honor y un placer compartir contigo este día.
un saludo

martín gómez dijo...

Un relato de lo cotidiano. A day in the life o pequeñas insignificancias que por un momento pueden terminar adquiriendo un valor absoluto.

Felicitaciones por este planteamiento que a juzgar por el número de participantes y por la calidad de los aportes ha sido un éxito total.

Un abrazo.
Martín.