en este independence day me declaro abiertamente pro yankee
Me muevo en un medio en el que no hay nada más políticamente incorrecto que ser pro yankee. Yo no me caracterizo por ser una persona políticamente incorrecta pero, por lo menos en términos literarios, debo declararme abiertamente pro yankee. ¿Qué le vamos a hacer?
Es cierto que a través de Starbucks, de Wal-Mart, de Microsoft o de McDonald’s los gringos han venido inundando el mundo con un modelo de negocios que a dondequiera que llega se propaga como una maleza y cuyo principio consiste en acabar con cuanto se le cruce en el camino, que la política exterior gringa va en contravía de todos los valores democráticos que dice defender, que no hay ningún lugar al que las tropas gringas hayan traído nada bueno tras su desembarco —en su libro Diversité culturelle et mondialisation el belga Armand Mattelart analiza el costo de las concesiones que tuvieron que hacer los países europeos para recibir las ayudas del Plan Marshall tras la liberación— y que el provincianismo de una buena parte de la población estadounidense da pesar.
Y también es cierto que desde finales del siglo XIX un montón de libros maravillosos han sido escritos por varias docenas de escritores born in the USA como Jon Lee Anderson, Paul Auster, Donald Barthelme, Ray Bradbury, Erskine Caldwell, Truman Capote, Raymond Carver, John Cheever, Charles d'Ambrosio, Don DeLillo, Emily Dickinson, E. L. Doctorow, John Dos Passos, T. S. Eliot, William Faulkner, Scott Fitzgerald, Richard Ford, John Gardner, Nathaniel Hawthorne, Ernest Hemingway, Patricia Highsmith, A. M. Homes, John Irving, Henry James, Jonathan Lethem, Norman Mailer, William Maxwell, Herman Melville, Joseph Mitchell, Carson McCullers, Henry Miller, Joyce Carol Oates, Flannery O'Connor, Chuck Palahniuk, Dorothy Parker, Walker Percy, Edgar Allan Poe, Katherine Anne Porter, Philip Roth, J. D. Salinger, Isaac Bashevis Singer, Susan Sontag, John Steinbeck, Wallace Stevens, Harriet Beecher Stowe, John Kennedy Toole, Mark Twain,
En distintos momentos escritores como Paul Auster, Norman Mailer, Susan Sontag, John Steinbeck y Mark Twain han asumido posiciones bastante críticas con respecto a las políticas del gobierno de su país y al rumbo que ha tomado la sociedad gringa. De esto dan cuenta no sólo los fuertes debates que en momentos particularmente críticos se han desarrollado en revistas, periódicos y foros virtuales sino también libros como Las aventuras de Huckleberry Finn, La cabaña del tío Tom, Los vagabundos de la cosecha, La hoguera de las vanidades, Leviatán y ¿Por qué estamos en guerra?
Para terminar quisiera decir no soy anti yankee, que tanto la política exterior gringa como el devastador modelo de negocios de las grandes corporaciones estadounidenses me parecen asquerosos y que creo que si muchos países estuvieran en capacidad de hacerlo seguramente procederían de una manera similar a la de los Estados Unidos. Éste es el caso de las antiguas potencias coloniales europeas a las que ya se les acabó su cuarto de hora, por lo cual hoy en día deben conformarse con vivir del recuerdo de glorias pasadas y con jugar a los emperadorcitos en sus casi insignificantes zonas de influencia.
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