¿por qué los escritores que escriben en español se leen poco en países hispanohablantes distintos del suyo?: ideas de maría moreno y javier moreno
En [ el ojo fisgón ] he escrito varias entradas sobre las dificultades existentes a la hora de difundir la obra de los autores hispanoamericanos en otros países hispanohablantes distintos del suyo: “venir a españa para poder ir al país de al lado: ¿la paradoja de los escritores hispanoamericanos?”, “¿qué deben hacer los escritores hispanoamericanos para cruzar la frontera?” y “una cuestión de derechos”.
En estas entradas intenté dar cuenta de algunas razones que explicaran por qué es tan difícil encontrar en cualquier país latinoamericano un libro de un autor de otro país de la región. Para mí en ese momento estaba claro que la razón que explicaba este fenómeno era que un escritor chileno o mexicano que no fuera conocido en Venezuela o Perú difícilmente encontraría allí un editor local que apostara por publicar sus libros, que si en su propio país publicaba con un gran grupo transnacional éste sólo llevaría sus libros a otros países en caso de que se tratara de un autor de mucho renombre y que si esto llegase a suceder lo más probable sería que no vendiera más que unos cuantos ejemplares —sólo autores cuyo nombre es una marca posicionada como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Arturo Pérez-Reverte o Isabel Allende están en capacidad de garantizar grandes ventas en cualquier país—.
La existencia de una lengua común debería dar pie para que los libros circularan con mayor fluidez de un país a otro e incluso para la creación de un mercado común. Sin embargo, parece que de momento en el ámbito hispanohablante las fronteras políticas pesan más que el hecho de contar con cerca de 500 millones de lectores potenciales —al cual claramente no se le está sacando provecho—.
Dicho esto, en los comentarios a la entrada “¿qué deben hacer los escritores hispanoamericanos para cruzar la frontera?” se desarrolló una breve conversación entre María Moreno, editora de Veintisiete Letras, y Javier Moreno, coeditor de HermanoCerdo, en la que ambos dan cuenta de otros elementos que yo no consideré y que además de muy interesantes me parecen cruciales.
Como entonces no tenía mayor cosa que añadir con respecto a los argumentos de María y Javier, en ese momento me hice a un lado aunque con la intención de volver más adelante sobre este tema porque estaba convencido de que aún había mucho por decir y de que valía la pena seguir dándole un impulso a la discusión. A continuación reproduzco el intercambio de opiniones que sostuvieron María y Javier por si alguien quiere comentar algo al respecto o aportar nuevos puntos de vista —pongo en negrillas los aspectos sobre los que me gustaría llamar la atención—.
‘Habláis de los problemas de mercado y distribución, pero creo que debemos preguntarnos antes por el interés real que existe entre los lectores -no ya ocasionales, sino habituales- por lo que se escribe en español. Qué interés suscita la creación y el pensamiento en español en el mundo hispanohablante. Yo creo que muy poco. Dentro de cada país, se hace "algo" de caso a los autores nacionales (y sólo a algunos) y se acabó.
En España. "España da la espalda a América Latina". Se trata de una frase que hace año y medio escuchamos repetidamente de distribuidores y libreros cuando presentamos Veintisiete Letras. Y que seguimos escuchando. ¿Por qué no interesa a los lectores españoles lo que se escribe en nuestro idioma? No hablo sólo de autores jóvenes. Hablo de obras consagradas por la crítica, de clásicos vivos, de premios nacionales… ¿Por qué no son "tendencia" las letras hispanoamericanas? Aclaro que los autores españoles sólo funcionan a medias…
Son varias las razones que se me ocurren: un desprecio (o poco aprecio) por el idioma en sí mismo y por el placer de leer en "versión original"; los manidos efectos del boom, que son muy reales y parecen haber saciado el interés de generaciones y generaciones posteriores de lectores; la radical falta de curiosidad por la cultura contemporánea latinoamericana: sería precisa una integración más natural, más viva y visible de sus manifestaciones en la vida cultural cotidiana de nuestro país (ahora se limita a ciertas esferas e instituciones en absoluto influyentes en la opinión pública); y también, hay que decirlo, los prejuicios con los que hoy un españolito se relaciona con la realidad iberoamericana, relación muy condicionada por el fenómeno de la inmigración.
Por mucha apuesta que hagamos las editoriales y por muy razonable que sea el espacio que dedican los medios a estas obras, si los hispanohablantes no tenemos interés en leer español "original", poco más se puede hacer’.
Dice Javier en respuesta al comentario de María:
‘Buena aclaración, María. A Herralde lo escuché decir algo muy parecido alguna vez. Sospecho, sin embargo, que la observación no se extiende a América Latina.
El mercado está ahí’.
Dice María, contestándole a Javier:
‘No sé, no sé... Os doy un dato más para la reflexión: nosotros hemos empezado a exportar libros a Hispanoamérica a través de una empresa española. Aunque nuestro catálogo es muy pequeño aún (14 títulos), los autores americanos tienen un protagonismo clarísimo. No se trata de autores noveles, sino de escritores con amplia reputación y obra en sus respectivos países. Su recepción crítica en España ha sido muy buena (han tenido una más que razonable repercusión en prensa). Y, sin embargo, a nuestro exportador sólo le llegan pedidos de México, Colombia o Perú referidos a la "cara b" del catálogo: clásicos como Trotsky, Colette o Rougemont. Ningún interés por los demás’.
Para terminar, Javier le responde de nuevo a María:
‘Yo sospecharía que detrás de esos pedidos no hay estudios de mercado sino prejuicios y comodidad de los distribuidores. Al fin y al cabo, publicitar un clásico siempre es más fácil que presentar y popularizar un autor contemporáneo sin suficiente nombre.
Un problema adicional es el precio: En pesos colombianos los libros de Veintisiete Letras deben ser medianamente caros. Conozco distribuidoras de libros pubicados en España que etiquetan sus libros con un precio en pesos que es casi dos veces el precio en euros en España. Eso definitivamente reduce el atractivo de los libros importados.
Los planteamientos de María y Javier son bastante interesantes y vale la pena continuar con la conversación que ellos empezaron. En esta semana añadiré un par de comentarios al respecto.
17 comentarios:
Yo creo que el fenómeno tiene relación con una suerte de endogamia (similar a la de la poesía, que, supuestamente, solo leen los poetas) que se extiende a la narrativa y con la proliferación de nuevos autores que saturan el mercado. No sé, yo pensaba antes que los editores, injustamente quizás, ejercían una labor de criba que reducía el número de autores publicados al mínimo.
Quizás sean dos factores a tener en cuenta a la hora de analizar porque los lectores escogen lo próximo.
en fin...
Un saludo
Es posible que sea un problema de endogamia, como apunta Portnoy, pero también no es menos cierto que salvo honrro(ro)sas excepciones (Zafón o Falcones) los escritores hispanomericanos no son muy dados a escribir bestseller, lo que impide llegar al gran público, y no digamos ya traspasar fronteras.
El problema derivado de esto último es la comunicación y el marketing. Para que un autor sea leído deber ser conocido, y para que sea conocido debe estar precedido de una estrategia de comunicación y marketing por parte de la editorial, pero nadie se arriesga debido a que el retorno posiblemente no compense la inversión, esto los reservamos para los valores nacionales que son más seguros.
Tenemos la impresión de que lo mismo no sucede con la literatura anglosajona, y es cierto, pero es porque esta tiene el peso de un establishment literario que hace que todos sus autores tenga un repersusión a nivel global y sean conocidos, sin contar con el peso de la vanguardia, que siempre es un argumento de peso a la hora de comprar. No es lo mismo decir que te has leído la última novela de Chabon que de Iwasaki. De hecho, estoy convencido que en Colombia, por ejemplo, se lee la misma cantidad de literatura contemporánea peruana, que alemana o italiana.
Resumiendo, creo los escritores en español se leen poco en países hispanohablantes porque son desconocidos para la mayoría (fuera de sus lugares de origen) y porque, tal como está la literatura contemporánea, suele resistir mal la comparación con autores anglosajones, que parecen ocupar la mayor cuota de mercado (salvo gloriosas excepciones como Paz Soldán o Fuget, entre otros).
Se ha hablado mucho sobre el hecho de que para que las obras de un escritor hispanoamericano se consigan en otros países de este lado del Atlántico, este autor tiene que ser publicado por una editorial española con una distribución eficiente en América.
Sin embargo, ¿cómo puede hacer un editor americano para lograr que su fondo editorial y sus autores sean conocidos en el resto del continente y España? Quizás el mejor modo de hacer esta labor sea a través de la venta de derechos, tal como propuso Nubia Macías, directora de la FIL Guadalajara, en su visita en Caracas (pueden ver una reseña de este evento en el blog de Leroy Gutierrez, Sobre Edición: http://sobreedicion.blogspot.com/2009/05/la-fil-guadalajara-y-el-negocio-del.html ).
Pienso que quizás a una editorial joven como Ventisiete Letras esto le pueda resultar más conveniente que trabajar con un distribuidor americano. La razón es que posiblemente un editor americano, interesado en publicar literatura de calidad, esté más dispuesto a arriesgarse desde el punto de vista comercial que un distribuidor.
Esta discusión la he visto en varios otros blogs dedicados al libro o a la literatura. Me acuerdo de una en especial en el blog Puente Aereo que es peruano. Generalmente salen los argumentos de los problemas y costos de la distribuciòn y demàs. Yo creo que tienen razón, pero también es interesante ver como "mercados" que no estan limitados por los costos de distribución o las barreras económicas, como son los blogs, también son leidos por clusters de lectores provenientes del pais del autor. No tengo la menor idea porque será esto y me gustaría tambien oir algo al respecto.
A principios del año publiqué un artículo en Blogs del Tiempo titulado "Colombia un país de lectores?" en el que analizaba el excesivo precio de los libros en Colombia en comparación con el de los Estados Unidos. El tema dio para mucho y fue ampliamente debatido por foristas del Tiempo, al punto en que libreros reconocidos lo replicaron en el periódico El Espectador. El artículo y sus conclusiones puede encontrarse en el siguiente link:
www.eltiempo.com/participacion/escarabajomayor
Eduardo Bechara
escarabajomayor@gmail.com
A mí lo de la endogamia de la que habla Portnoy también me parece una buena pista, sobre todo en el caso de los autores que son muy locales en los temas que tratan y en el lenguaje que usan. Hay narradores tan locales que es posible que sus historias en cierta medida sean incomprensibles o carezcan de interés ya no en el país de al lado sino en un medio social distinto del suyo o en una ciudad vecina.
Creo que es justísimo que haya una criba. A lo que siempre hay que ponerle atención es a los criterios con los que se hace. Si incluso con una criba hay una proliferación de nuevos autores que saturan el mercado, imagínate cómo estaríamos si no la hubiera.
En fin, se publica mucho pero se escribe muchísimo más. La cantidad de manuscritos que reciben las editoriales es brutal y muy a menudo la calidad de éstos es impresentable.
Gozque, en principio también creo que para que un autor sea leído deber ser conocido. Si aceptamos públicamente como válida este afirmación, muy seguramente la pregunta que nos harán es: si eso es así, ¿entonces cómo se hace para publicar y dar a conocer una primera obra?
La comunicación y el marketing son recursos útiles y necesarios pero no creo que siempre sean imprescindibles o fundamentales para dar a conocer a un autor. Pienso, por ejemplo, en autores que antes de serlo son figuras públicas y que por lo tanto son una marca capaz de generar por sí solas impacto mediático: políticos, periodistas, columnistas en medios masivos convencionales o actores. Casos hay miles: Jaime Bayly, Héctor Abad, Boris Izaguirre e incluso la misma Ana Rosa Quintana.
Es cierto: algunos de estos autores son malos y la mayoría son peores pero aquí no estamos hablando de calidad sino de las posibilidades que tiene un libro de ser publicado, promocionado y vendido. En fin, de su potencial de circulación.
Y hay algo más: ahora los autores también pueden generar visibilidad por sí mismos y promocionarse sin pasar necesariamente por los medios masivos convencionales: ¿cuántos escritores tienen blogs en los que escriben sobre temas diversos y que tienen una buena audiencia cautiva? A través de sus blogs muchos escritores tienen una presencia permanente en la esfera pública así lleven años sin publicar un libro. Y para autores de culto o que les gusta echarse autobombo y hacer ruido con cada movida de sus amiguetes un blog es una herramienta de propaganda excelente.
El ejemplo perfecto de esto es Iván Thays, que lo único que hace en su Moleskine literario es un copy-paste de lo que publican una docena de medios de comunicación, autoelogiarse y echarles flores a sus amiguetes. El blog de Thays es súper útil para una persona que no sepa qué es un feed RSS o un lector tipo Bloglines o Google Reader porque recopila lo que publican muchos medios en sus secciones de cultura. El tipo recoge info, la fusila y ya, lo cual es útil para gente que no conoce las fuentes o que no sabe gestionar los contenidos que circulan en Internet.
Pero Thays rara vez aporta algún valor agregado. Y lo irónico de la situación es que a pesar del poco esfuerzo que exige lo que hace en su blog, en el ámbito hispanohablante Thays está convirtiéndose en la referencia número uno sobre temas literarios en Internet. Tanto, que incluso Anagrama pone frases suyas en las fajitas de sus libros y en sus boletines de novedades.
Lo otro es el tema de la autopromoción. Como muchas editoriales son bastante negligentes con la promoción, cada vez más son los autores que recurren a blogs y redes sociales para darles visibilidad a sus libros. Mis amigos Javier Moreno y Neus Arqués lo han hecho recientemente con sus libros y aunque no han vendido tanto como Isabel Allende se han salido con la suya porque lo han hecho muy bien. Ojo, esto no es un elogio tipo Thays.
Dices que 'los escritores hispanomericanos no son muy dados a escribir bestsellers'. Chévere la observación. Me pregunto si en lugar de no ser muy dados a hacerlo lo que pasa es que la lógica de funcionamiento del mercado hispanohablante no permite que esto suceda con tanta frecuencia o que simplemente por alguna razón tienen menos suerte a la hora de dar un pelotazo.
Paro porque puedo estar empezando a decir sandeces...
Rafael, lo que plantea FIL en su salón de derechos y la pelea que está dando Nubia Macías sobre la manera como éstos deben negociarse son importantísimos y si cuaja puede hacer que en algún momento la anomalía del mercado editorial hispanohablante a la que me refiero en esta entrada empiece a ser una cosa del pasado.
Seguimos...
Peláez, en efecto la distribución es un problema por una cuestión de costos. Sobre todo si se importan libros producidos en países con un nivel de vida más alto o también debido a la relación cambiaria entre monedas y a temas de impuestos.
Claro, los blogs no están limitados por los costos de distribución o las barreras económicas. Lo que habría que ver es cuántos bloggers reciben algún tipo de remuneración por escribir. Yo conozco algunos y aunque no se forran por lo menos se ganan una platica.
Igual en muchos casos el posicionamiento y la visibilidad que puede lograrse a través de un blog valen más que los 60 o 180 euros que le lleguen a pagar a uno mensualmente por hacer un blog. Es otra forma de entender tanto la producción y circulación de contenidos como el beneficio que éstas generan.
Eduardo, mil gracias por la referencia. Es cierto que en Colombia los libros son carísimos aunque Felipe Ossa, el director de la Librería Nacional, diga lo contrario. Pero también hay quienes basándose en estudios serios dicen que el precio de los libros no es un factor del todo determinante sobre los índices de lectura.
El tema es interesantísimo y tiene mucha tela de dónde cortar. Sigamos dándole vueltas.
Miro ya mismo el artículo.
Martín.
Seguramente hay muchas razones en el medio y en la cultura, pero respecto a eso lo que los autores podemos hacer es bastante limitado.
Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿qué está haciendo la literatura en español que resulte "excitante"? Si nuestras obras son excitantes para un público de hoy, el resto del camino tenderá a ser cuesta abajo.
La educación sobre literatura española que ha recibido la generación adulta les ha dado una imagen muy antigua y pomposa de la misma. Una forma de contrarrestarlo sería reescribir esa literatura para convertir el pasado en modernidad.
Yo vivo en España. Leo tanto a españoles como a latinoamericanos. ¿Por qué? Porque los blogs que frecuento (y de las recomendaciones que me fío, por afinidad, porque me han funcionado casi siempre...) son en español y recomiendan libros en español, porque gracias a internet tengo amigos (a pesar de no habernos visto más que en foto) en Uruguay, Argentina...
Pero encuentro bastante dificultad en dar con algunos libros que me interesan publicados en México, en Argentina, en Uruguay, en Colombia... aquí en España. Incluso Sexto Piso Editorial tiene un catálogo distinto para España y para México. Dar con poesía de María Elena Walsh para niños o con los libros de Luis Pescetti, es tarea de locos. ¿Que se puede comprar por internet? No siempre, pero además, quien quiere comprar físicamente en las librerías se encuentra con que no se distribuye mucho de lo que se publica.
Una cosa que sí es cierto que contribuye a que se puedan leer autores contemporáneos es que los publique una editorial del país donde viven los lectores (yo, por ejemplo, leí a Gustavo Nielsen y su La fe ciega gracias a que la editorial, Páginas de Espuma, es de aquí).
Y sí, es cierto que los blogs no tienen fronteras: Puente Aéreo lo leemos varios españoles; Gustavo Nielsen tiene un blog, Mandarinas, en el que se pueden leer relatos suyos. Cuando uno no entiende muy bien el vesre, viene bien tener amigos que se lo hayan explicado antes :-)
En fin, creo que más que los lectores y los blogs, falla la distribución o la edición. Claro, yo no soy editora; no sé cuánto dinero hay que poner sobre la mesa y cuánto se recupera: no sé si los lectores que compramos autores contemporáneos de otros países sufragamos los gastos que generamos.
Un beso.
Fran, creo que a la hora de dar a conocer o promocionar sus libros hoy en día los autores pueden hacer mucho aprovechando el potencial de Internet para movilizar sus redes y generar un efecto diseminador.
Preguntas qué está haciendo la literatura en español que resulte "excitante": hombre, cosas hay pero quizás la mayoría de los editores no sean lo suficientemente arriesgados y a las estrategias puestas en marcha al servicio de la promoción les haga falta eficacia.
También puede que exista un desfase entre las líneas que está promoviendo la industria editorial y los intereses de los lectores.
El hecho de que durante los últimos años los premios literarios más importantes de España se los hayan ganado escritores iberoamericanos sugiere que del otro lado del Atlántico se están haciendo cosas buenas. Ahora bien, la cuestión es si existe un interés por ellas y cómo suscitarlo en caso de que no sea así.
Seguimos...
Ana, lo importante es que lectores como tú tengan esa curiosidad y busquen la manera de superar las limitaciones que tienen para saciarla. Y sin lugar a dudas los blogs son un buen lugar para hacerlo. Al igual que las revistas digitales o las versiones en línea de los suplementos culturales de los diarios.
Me imagino que gracias a sus blogs o a la aparición de textos suyos en publicaciones disponibles en línea algunos autores hispanohablantes han conseguido llegar a otros países distintos del suyo porque sus libros han sido bien sea publicados o bien distribuidos allí.
La pregunta es si han tenido la visibilidad y la difusión suficientes. Si no es así hay que pensar en cómo lograrlo, que es algo que claramente hoy en día está por lo menos en gran parte en sus manos.
En Madrid la librería Tres rosas amarillas tiene un buen fondo de cuentistas latinoamericanos que va más allá de los "clásicos".
Espero seguir viéndote por acá.
Martín.
Martín,
ya lo dijo el astronauta: "Explore or expire". Por eso me esfuerzo por lograr visibilidad en otros entornos. Es duro, pero si el autor no se pone al lado de su obra...¿Quién la defenderá? Un saludo y gracias por referenciar.
Neus, ¿cómo hacerle entender a un autor que si su editorial no lo promociona no le queda más remedio que hacerlo a él mismo?
Es cierto que nuestra red de familiares, amigos y conocidos tiene un límite pero si logras seducir a quienes pertenecen a ella seguramente estas personas se convertirán en agentes diseminadores de las virtudes de tu libro.
Experiencias como la de Javier, la de Isabel Núñez y la tuya demuestran que si trasladas el input de tu red del mundo analógico a entornos digitales Internet te lo facilita todo y recompensa tu esfuerzo.
Para mí tu experiencia es toda una referencia. Y no desaprovecho ninguna oportunidad para hablar de ella. Y eso que hasta ahora sólo he mencionado su puesta en marcha como estrategia promocional sin aludir al "efecto conversación" que conseguiste generar.
Un abrazo.
Martín.
Muy bueno y muy cierto todo lo dicho. Agrego un par de cosas, y una idea tan poco científica o comprobable que debe tomarse por lo que es, una mera especulación. En Chile al menos, los dos críticos y medio que hay se preocupan de los autores latinoamericanos y españoles y reseñan sus libros regularmente, aun cuando haya llegado apenas un puñado de ejemplares (literalmente un puñado: cinco ejemplares a veces, o diez, poco más) e incluso cuando no han llegado. La cobertura de prensa de Bogotá 39, por otro lado y por ejemplo, fue exhaustiva por parte de la prensa cultural. La atención de ésta existe, entonces, y los lectores más dedicados conocen a los autores españoles y latinoamericanos de hoy. El factor fundamental, creo, para que aquí no se vendan es el precio, y aquí entra a tallar el esnobismo que nos caracteriza (pago caro por un anagrama si es de a.m. homes o kureishi, pero no si es de nettel o fadanelli) y lo reducido de nuestro mercado: somos tan pocos y estamos tan lejos que el esfuerzo de enviar unos cuantos ejemplares no es racional, en el sentido de económicamente racional. La especulación va por este lado: como en todo, para salir en la foto hay que querer estar en esa foto y moverse en consecuencia: varios, no todos pero varios, de los autores latinoamericanos que más aparecen y ganan premios literarios son muy mediocres, y el lector no quiere repetir la experiencia y prefiere, ya que los libros son caros, irse a la segura.
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