una cuestión de derechos
Como dije en mi entrada de ayer, Sergio Vila-Sanjuán explica en Pasando página los cambios que produjo la agente literaria Carmen Balcells en el campo de la negociación de los derechos en la edición española.
Dice Vila-Sanjuán:
‘¿Cuáles son los cambios que Balcells ha propiciado? Principalmente son dos: acabar con los contratos indefinidos e introducir en el mercado del libro español los adelantos’. (Pasando página, pág. 130)
Pero el aspecto al que me refería ayer al hablar sobre las dificultades a las que deben enfrentarse los autores que escriben en castellano para ser publicados en otros países donde se habla su misma lengua es distinto y tiene que ver con la posibilidad de que editores diferentes publiquen una misma obra en distintos países hispanohablantes en lugar de que lo haga uno solo para América y España. Así explica Vila-Sanjuán esta práctica:
‘Es lo que se llama “partición de derechos”, que implica que un mismo libro, en castellano, puede ser vendido a varias editoriales diferentes de España y América creando una división territorial. La razón principal, argumenta Balcells, es que así se asegura una distribución efectiva, mientras que cuando los libros se vendían únicamente a una editorial española resultaban mal distribuidos al otro lado del Atlántico. Desde el punto de vista de Balcells, resulta absurdo desperdiciar el potencial de mercados en alza como el mexicano; hay que aprovecharlo al máximo. Ni que decir tiene que todas estas iniciativas representan auténticas revoluciones para el mercado del libro español y contribuirán decisivamente a configurarlo tal como es hoy’. (Pasando página, pág. 132)
El tema derechos universales para lengua castellana vs. derechos por partición geográfica me suscita varias preguntas:
¿Qué es más favorable para los autores hispanoamericanos que aspiran a que su obra sea conocida en países distintos del suyo donde también se habla castellano: que una editorial tenga los derechos para todo el ámbito hispanohablante o fragmentar los derechos por países? ¿Venderle los derechos universales en castellano de un libro a una sola editorial garantiza su circulación en todos los países? ¿Qué lleva a una editorial que ha comprado los derechos universales en castellano de un libro a moverlo sólo en unos países y a dejarlo quieto en otros? ¿Qué puede hacer un autor que le ha vendido los derechos universales en castellano de un libro suyo a una sola editorial si ésta no lo mueve en ciertos países? ¿Ganan más los agentes y los autores recurriendo al mecanismo de partición de derechos? ¿En qué medida la escogencia de uno u otro mecanismo de gestión de derechos afecta tanto a una editorial independiente como a los sellos pertenecientes a un gran grupo? ¿Qué diferencia existe entre las editoriales españolas y las hispanoamericanas en términos de poder de negociación a la hora de defender de cara a una agencia literaria su posición a favor de uno u otro mecanismo?
Sería bueno saber qué opinan al respecto los autores, agentes y editores a partir de su experiencia.
No es fácil entender por qué, como dice Javier Moreno en HermanoCerdo, conseguir autores jóvenes colombianos en Lima es imposible. Claramente la cosa no es tan sencilla como hablar de un mercado unificado o como decir que se está desperdiciando el potencial que en términos comerciales y culturales encierra el hecho de tener una masa crítica de cerca de quinientos millones de lectores cuya lengua materna es el castellano.
3 comentarios:
Hola Martín
Te mando el video de la mesa redonda Presente y futuro del libro celebrada en Camon
Un saludo!
Andrea
http://www.tucamon.es/contenido/presente-y-futuro-del-libro
Muchas gracias, Andrea.
Un saludo para ti también.
Martín.
¿Qué lleva a una editorial que ha comprado los derechos universales en castellano de un libro a moverlo sólo en unos países y a dejarlo quieto en otros?
Tengo dudas respecto a que las editoriales compren los derechos para el ámbito iberoamericano con la idea de vender en toda Iberoamérica. La mayoría de las veces es simplemente una cobertura "por si acaso". La idea inicial es vender en España y, con suerte, en México y Argentina, pero casi ninguna editorial hace el esfuerzo de vender el libro en los demás países.
En el caso de las editoriales latinoamericanas, la situación es similar. Se negocian los derechos para todo el mundo hispano de forma automática, no necesariamente como resultado de una reflexión estratégica consciente.
La flexibilización territorial de derechos puede liberar el mercado para que hayan más editoriales nacionales dispuestas a editar libros, además de que se puede lograr una adecuación por país del costo de los derechos reducir y asi abaratar el precio de los libros.
Esta iniciativa de Balcells, puede además abrir una puerta interesante para la Impresión a Demanda. Imagínense un día que un catedrático universitario en Bolivia busque un libro específico para sus alumnos y que, en vez de importar 20 ejemplares de ese libro (a un precio fijado para el mercado español, alq ue además hay que agregar los fletes respectivos), se negocien los derechos para una pequeña tirada de no más 300 ejemplares que se pueden vender a un precio adecuado para el mercado boliviano.
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