cuando se puede prescindir del papel
Si en su momento el boom de Internet generó en el mercado editorial una ola de pánico en relación con el futuro del libro, hoy en día es evidente que por ahora éste está lejos de quedar condenado a desaparecer en la medida en que cohabita sin mayor problema con los distintos soportes digitales de publicación de contenidos. De hecho, al final la naturaleza de los contenidos acaba por determinar cuál es el soporte más apropiado para la difusión de éstos. Esto lo constato todos los días: mientras que para mí lo más cómodo es leer las noticias en Internet o consultar un diccionario online, nunca me leería Ana Karenina en formato electrónico.
Si bien el formato digital es práctico para hacer lecturas de textos breves que responden a la inmediatez o de documentos de referencia que pueden requerir la rápida búsqueda de información específica, resulta incomodísimo para leer textos largos. Cuando se está leyendo en soporte impreso un texto importante, nada más útil que tener también una versión en formato digital porque a través de búsquedas por palabras clave permite encontrar información específica sin perder tiempo.
En el caso de la prensa especializada sobre temas de actualidad, por ejemplo, las declaraciones que hace en su blog Colin Crawford con respecto al cambio de origen de los ingresos de IDG —la editora de contenidos sobre nuevas tecnologías de la información y la comunicación— no podrían ser más elocuentes: “Durante más de cuatro décadas hemos tenido sangre de imprenta corriendo por las venas de nuestro cuerpo corporativo. Pero durante los últimos años hemos visto un cambio dramático. Hoy en día el crecimiento de nuestros ingresos del soporte online excede el declive en nuestros ingresos por cuenta del impreso”. Según Crawford, para muchas de las publicaciones de IDG el próximo año los ingresos que dará el soporte online serán mayores que los provenientes del impreso y en 2009 alcanzarán cerca del 50 % de las entradas totales de la empresa. Para adaptarse a las nuevas circunstancias, IDG ha decidido reorientar su estrategia de negocios y se redefinirá como una compañía de información cuya actividad se centrará en
Si mediante esta nueva orientación la empresa logra adaptarse a los cambios que está sufriendo su negocio evitando así que se le conviertan en un obstáculo, no cabe duda de que al final éstos no tienen por qué generarle mayor traumatismo. El caso de IDG deja claro que tanto las publicaciones como los editores de contenidos que reaccionen rápidamente frente a los cambios tecnológicos no tienen por qué temer que los efectos de éstos los afecten de manera negativa.
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